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Publicado por
VALENTÍ PUIG
León

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EUROPA exporta relativismo como comerció con las vacas locas. Si todo es relativo, entonces no somos libres. Tampoco podríamos creer. Al aceptar que nuestro juicio es inca paz de trascender los condicionamientos de nuestra cultura, nos declaramos incapaces de elección y por tanto incapaces de libertad. Inevitablemente, el relativismo cultural lleva al relativismo moral. Perdemos el apego a la tradición del pensar desinteresado, al deber de ecuanimidad. Todo es relativo, luego todo vale. Se ha dicho, en consecuencia, que ya no existen grandes relatos, metarelatos. Pero de hecho la Historia, con sus triunfos y fracasos, rebosa de metarrelatos. Lo es el devenir de la conciencia europea, como lo fueron la lucha contra la esclavitud, por ejemplo o la separación entre Iglesia y Estado. Asombra la facilidad con que la sociedad europea -sobre todo, sus élites- han asumido como absoluta la noción de que las creencias y pensamientos de los individuos deben ser interpretados en los términos de su cultura ambiental: es decir, contextualmente, comparativamente. De ser así, ¿para qué esforzarnos en saber? ¿De qué sirven las universidades y el magisterio de quienes saben hacia quienes no saben? ¿Qué valor tiene la continuidad de una saber y la transmisión de la experiencia? El inicio del siglo XXI seguramente está siendo el período de máxima impregnación relativista. La teoría desciende desde las cátedras y las grandes tribunas para saturar los presupuestos más elementales de la vida cotidiana. El pensamiento se hace así caricatura pero logra la inmersión de sociedades enteras -la televisión, las costumbres- al relativizar todo y cualquier valor. Ese relativismo total -totalitario- llevó al filósofo Michel Foucault a propugnar que el hombre, en realidad no existe. No existió casi nunca, sólo existió como invención en un período ilusorio que pronto será estricta arqueología. Esa tesis lleva hasta la imposibilidad absoluta del conocer, hasta el punto de negar que la posible existencia de una matemática universal. Es decir: el círculo o la aritmética son también relativos, según la cultura que define o cuantifica. Desde el momento que Occidente se autocensura sabemos que el relativismo ha ganado más terreno. Para que eso no ocurra, es esencial asumir con claridad que -dice Marcello Pera- existen los hechos y

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