EN BLANCO YASHMINA SHAWKI
Sonriendo
TRAS LA RUIDOSA hora de la cena, el silencio se adueña de los pasillos y la tranquilidad invade la habitación. Está solo, todo lo solo que le dejan estar desde hace años, claro está. Recostado sobre la almohada del hospital, sonríe. Ha conseguido mucho más de lo que jamás se hubiera podido imaginar: la división de la sociedad española. Por primera vez, desde la democracia, no hay consenso entre los principales partidos y esa disensión beneficia como nunca a su causa, porque, ya se sabe, «divide y vencerás». ¿Quién le iba a decir a él que su huelga de hambre acabaría causando semejante caos político? Pero es que nunca hubo unas condiciones tan propiciatorias con dos dirigentes de los partidos mayoritarios con tan poca visión de estado y tan manipulables en función de los intereses del momento. Desde el atentado del 11- M, la masacre que tan bien les salió a los fanáticos de Al Qaeda, ninguna actuación había llenado tantas páginas de los periódicos, ni ocupado tantas horas en la radio y la televisión. Publicidad constante y gratuita. Ya se sabe que no hay peor enemigo para la causa que el olvido y el silencio. La kale borroka está bien porque es ruidosa pero sólo molesta en el País Vasco, el atentado de Barajas tampoco estuvo mal del todo, con los dos muertos, pero se quedó en una nimiedad dado el precedente del 11 M. Sí, realmente podía estar satisfecho. Indigna imaginarse esta línea de pensamiento en un De Juana Chaos que, recuperándose en una cama del hospital, disfruta sabiendo que acabará pasando a la historia por ser el etarra que dividió a España tan sólo dejando de comer. Lo que no está claro es si Zapatero y Rajoy son conscientes de lo mucho que han ayudado a su causa y la impotencia que sentimos todos por su ceguera ante ello.