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Publicado por
MIGUEL A. VARELA
León

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TIEMPO ES DE URNA esta primavera del calentamiento global que ahora nos anuncian los mandatarios de las primeras potencias y entonces parece quedar como más riguroso que la vieja y desesperada advertencia de los ecologistas. Temperatura de urna miden los termómetros de la sociología política y en mi huerto brotan con obediencia mansa las primeras rosas, como ciudadanos que se asoman al calor de los medios para alimentarse de la energía primaveral que sólo unas elecciones son capaces de generar. Nervios de urna se adivinan tras la avalancha de papel que inunda las redacciones; las declaraciones poco meditadas de candidatos con ganas de morder titulares; la tormenta de proyectos que se desencadena en las administraciones; el incremento de comidas, cafés y encuentros coyunturales entre aliados distanciados, ex compañeros de carné y aspirantes a cuota; la frenética movilización de pancartas, eslóganes y fotografías virtuales que se destilan en las oficinas electorales. Es el espectáculo de la campaña, uno de los fenómenos más asombrosos de la cultura occidental actual, al que es conveniente asistir conociendo las reglas básicas de juego, pues de lo contrario corre serio peligro la integridad mental del aficionado. La primera y fundamental de esas reglas es la de ser consciente de la artificiosidad de la recreación de la realidad que se produce en estas fechas para que el espectador, consciente continuamente de que no se enfrenta a algo «realmente real», sino a una recreación preparada exprofeso, no pueda identificarse con la historia de manera emocional y deba seguirla tan sólo de manera intelectual: una aplicación práctica del distanciamiento brechtiano a la vida cotidiana.