EL REINO DE LA LLUVIA
Lo confieso
POR VEZ primera de modo oficial, y tras un fuerte debate, el parlamento estadounidense envió una clara señal a la Casa Blanca y exige al gobierno que fije la retirada de los soldados de Irak. La cámara de diputados, por 218 votos contra 212, pidió este viernes que las tropas de combate estén fuera de ese país el 1 de septiembre de 2008. El asunto no ha sido fácil y ha debido compatibilizar tres factores: a) el deseo de dejar fuera de toda duda que, mientras haya guerra, los soldados tendrán cuanto necesiten, serán protegidos; b) dar satisfacción a las bases electorales demócratas, abrumadoramente hostiles ahora a la guerra y su continuación; c) negociar con el ala liberal del partido, defensora de fijar una fecha mucho más cercana, como marzo del año próximo. Bush ya ha hecho saber que «si semejante resolución llega a su mesa de trabajo, la vetará», como recordaron ayer sus portavoces. Nancy Pelosi, líder de la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes, lo sabía de sobra, pero también que no podía seguir dilatando una propuesta como esa, sobre todo si se recuerda que la exigua minoría de la oposición en el Senado, donde una resolución vinculante de tono parecido sería letal para Bush, no permite obtener sino victorias menores en los comités ad hoc. La solución tiene algo de salomónica: los demócratas aprobarán, como pide el gobierno a través del Pentágono, un presupuesto especial de 124.000 millones de dólares para Irak y Afganistán, pero dentro del proyecto de ley irá, junto a otras cosas domésticas de mucho interés social, el calendario mencionado. Los progresistas a la izquierda de Pelosi terminaron por dar su aprobación en nombre del clásico y sabio principio de que «más vale algo que nada».