Diario de León

DESDE LA CORTE

Una sentencia increíble

Publicado por
FERNANDO ÓNEGA
León

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SE HA vuelto a cumplir la ley de Murphy: todo lo que puede empeorar, empeora. El caso Otegi, la retirada de acusación, la consecuente libertad, el follón político montado, las deliciosas expresiones de «Estado pisoteado», «Zapatero, vendido», «Conde-Pumpido, defensor de etarras» y otros eufemismos, parecían insuperables. Había que echarle mucha imaginación para suponer un estadio superior de despropósitos, tensiones, pasiones y todas las palabras que ustedes puedan poner. Pues ya ven: en España, todo es superable. Estamos en plena orgía de la confrontación. Cada día que pasa, todos están más contra todos, y hay más agentes en la pelea. Los últimos en incorporarse al circo de la discordia y el barullo nacional han sido los jueces que iban a juzgar a Otegi y el Ministerio Fiscal. Ni los más viejos del lugar recordamos una pelea así en el patio judicial. Los señores jueces han redactado una sentencia que dará la vuelta al mundo. Se rebelan contra el fiscal don Fernando Burgos, y no es que le digan que había pruebas «directas, objetivas y suficientes» para condenar a Otegi, sino que, puestos a echarle broncas y hacerle feos, hasta le reprochan la indumentaria, porque acudió a la vista sin toga reglamentaria. Y sectores de la Fiscalía reaccionaron acusando a sus señorías de un teatro vergonzoso, una pataleta infantil, impropia de un Tribunal de Justicia. ¡Qué espectáculo! ¡Qué ejemplo de pundonor! ¿Será que estos magistrados son simpatizantes con el Partido Popular y sirven sus intereses? Pues miren: sí y no. El señor Bermúdez de la Fuente llegó a recoger firmas contra el Estatuto de Cataluña cuando el PP hizo esa campaña. Pero la señora Carmen Paloma González, no debe estar mucho en la línea del Partido Popular, puesto que fue partidaria de excarcelar al odiado De Juana Chaos. O sea, que aquí no hay razones de partido. Lo que existe es un solemnísimo cabreo porque tuvieron que mandar a casa a quien iban a tener el gusto de enviar a prisión. Y yo, contra toda corriente, digo: ¿cómo un tribunal puede valorar unas pruebas, si no existe acusación? Este es un misterio que sus señorías dejan sin explicar. Tenían medio condenado a Otegi, y quizá por eso se montó todo el número del avión y el traslado a Madrid, y ahora parece que el fiscal les ha quitado el caramelo. Con todo respeto, pero con toda seriedad, señorías: no juguemos con estas cosas. Si no hay acusación, no se puede dictar una pseudosentencia, que no va dirigida contra el imputado, sino contra un fiscal. Y si creen que el fiscal actuó de forma injusta y deliberada, ¿qué espe ran? Presenten una querella contra él por prevaricación. Y déjense de insólitas senten cias que sólo sirven para crispar al país.

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