LA TORRE VIGÍA
Cumpleaños feliz
ENTRE EL Mercado Común Europeo (MEC) y la Unión Europea (UE), la gozosa realidad de Europa cumplirá mañana 50 años. En términos vitales puede parecernos mucho tiempo, porque algunos nos hicimos mayores en este trayecto, y otros no habían nacido cuando se firmó el Tratado de Roma. Pero en términos históricos, esas cinco décadas no son más que un suspiro que nos obliga a observar la realidad de Europa entre dos extremos muy propicios para la reflexión: las ruinas humeantes de un conflicto cruel y fratricida, que ahora sería catalogado como una guerra civil, y la gloria bendita de un espacio pacificado y próspero que, con toda sus carencias, sirvió para desarrollar las democracias, las políticas sociales y las realidades económicas más avanzadas del mundo. No se puede negar que, a pesar de su éxito evidente, la Unión Europea llega a su 50 aniversario en medio de un escepticismo y un cierto cansancio que son palpables en las sociedades occidentales. Pero este hecho -que resulta en parte explicable por el rápido crecimiento hacia el Este y por las asechanzas políticas y económicas tendidas en los últimos años por la política exterior americana- en modo alguno debería acomplejarnos. Por eso quiero gritar bien alto que las causas más evidentes e importantes de ese escepticismo son tres: la hartura de libertad y bienestar que alimenta el egoísmo de los Estados, el olvido de la historia reciente que nos hizo perder la perspectiva social y económica de los años anteriores al ingreso en la CEE, y una paladina ignorancia que se ceba en cuantos creen, por ejemplo, que fue la peseta y no el euro la que puso orden y concierto en las finanzas de un país moderno y desarrollado como el que ahora disfrutamos. Conviene saber, no obstante, que la grandiosa idea y realidad de Europa funcionan para los habitantes de la UE de un modo muy parecido a la salud individual. Porque, aunque todos sabemos dónde está la base esencial e irrenunciable de la felicidad -en la salud para el hombre y en Europa para el ciudadano- nadie se emplea a fondo en cuidar y proteger ese tesoro hasta que se nota su falta de manera irreversible. Nadie sabe lo que es la salud hasta que ésta se deteriora, y muy pocos ciudadanos tendrán la conciencia de lo que es Europa si esta feliz realidad política no entra jamás en el camino de la regresión. Por eso debemos celebrar este 50 aniversario de la UE con plena conciencia de su realidad, sin jugar peligrosamente con el egoísmo de Estado y sin seguir en la crítica la pauta de los más ignorantes. Porque la Europa de hoy es la piedra angular de nuestro progreso político, económico y social. Y porque sin ella no hay futuro ni esperanza.