EL BALCÓN DEL PUEBLO
Tiempo de disparates
VIVIMOS tiempos de disparates. Uno de los últimos nos ha sumido en la perplejidad. Una sala de la Audiencia Nacional «dicta sentencia» sin haberse celebrado la vista y sin haber escuchado a la acusación y a la defensa, prejuzgando el resultado de un juicio que no se llegó a celebrar. La Audiencia Nacional es un tribunal que debe ser defendido porque ha prestado servicios extraordinarios en la lucha contra el terrorismo y la gran delincuencia mafiosa y de altos vuelos. Pero también es demasiado frecuente que se convierta en un escenario para jueces estrella o para dirimir batallas políticas, algo de lo que deberían huir los órganos judiciales. En el caso que nos ocupa, evidentemente, si no hay acusación no hay pruebas que valorar. Todo lo demás es retorcer el Derecho, empezando por el procesal. Otro disparate es que el PP haya decidido boicotear a un grupo de comunicación por las declaraciones de su presidente. Me refiero, en concreto, a las realizadas por Jesús Polanco, magnate del grupo Prisa, que han sentado a cuerno quemado al líder de la oposición, Mariano Rajoy. Si los demás partidos políticos también pusieran el stop a medios de comunicación por las declaraciones que hagan públicas sus presidentes, directores de periódicos o por las editoriales que publican, es evidente que estaríamos levantando un cadalso perpetuo a la libertad de expresión, de opinión y de empresa periodística. Lo que ocurre es que esta lamentable dirección del PP está mucho más a gusto con algunos medios de comunicación que han olvidado su principal función, que es la de informar, para dedicarse a inventar noticias al servicio de estrategias políticas y empresariales. En León mismo hemos visto cómo hace pocos días se intentaba fabricar una huelga de hambre en la cárcel de Mansilla de las Mulas. Y ayer mismo, vaya afición, se intentaba escenificar un conflicto inexistente entre regantes y Ministerio de Medio Ambiente. Llevamos muchos meses leyendo un falso sumario sobre el 11-M en paralelo al instruido por el juez Juan del Olmo en la Audiencia Nacional. Nos han hartado de mochilas, ácidos bóricos, furgonetas, dinamitas y confidentes en una cortina de humo que se ha diluido en cuanto empezaron las vistas del macrojuicio por el atentado, en el que queda claro que los policías y los jueces cumplieron son su obligación, en algunos casos con heroísmo. Es decir, todo lo contrario de la bazofia que se ha estado publicando en el último año. En estos días se cumplen 50 años del nacimiento de lo que ahora se llama Unión Europea. Y en todos los reportajes se pone de relieve que el mejor ejemplo para los países recién incorporados es España. Destacan cómo hemos conseguido, en tan sólo 20 años, cambiar completamente un país sumido en el atraso. Sin embargo, a pesar de la boyante situación económica y cultural, es indudable que nos quedan muchas asignaturas pendientes para superar el mal ambiente político. Propongo un remedio: que en las Facultades de Periodismo, en todos sus cursos, la Ética sea una asignatura fundamental. Y no sólo para distinguir información de opinión, cosa que sigue siendo imprescindible, sino sobre todo, para distinguirlas a ambas de la propaganda y de la intoxicación deliberadas.