CRÓNICAS BERCIANAS
Patrimonio robado
EL DEVOTO rey San Luis reinó en la Francia del siglo XIII y fue el último monarca europeo que tomó las armas para liberar los Santos Lugares. Su fervor no le llevó a recuperar la Tierra Santa en las dos cruzadas que dirigió -en la primera, cayó prisionero con su ejército después de ser sorprendido por la crecida del Nilo y sus súbditos tuvieron que pagar por él un cuantioso rescate, y en la segunda, enfermó de peste y murió sitiando Túnez- pero sí le hizo Santo. Por eso su imagen se encontraba en una pequeña iglesia rural del valle de Fornela, a un millar de kilómetros del país donde nació y reinó, y muchos más del lugar donde encontró la muerte hace siete siglos. La talla original de San Luis, cabeza medieval y cuerpo tallado en el siglo XVIII, perdió los brazos en 1936, cuando la arrojaron desde el puente al río Cúa en un arrebato antirreligioso, y ya no está en la sacristía de la iglesia de Cariseda (Peranzanes) donde ha pasado los últimos años porque alguien se la ha llevado. Los ladrones usaron una silla, así de sencillo, para colarse por una ventana del templo sin cristal y sacar la talla y dos misales en latín. Nadie sabe cuándo lo hicieron. La mujer que guarda las llaves de la iglesia echó en falta la talla hace una semana. Y entre los vecinos, hay incluso quien piensa que la atención que se le dio a la imagen en una publicación sobre el valle de Fornela ha puesto sobre aviso a los saqueadores del patrimonio. Triste paradoja que recuerda lo sucedido con el bajorrelieve prerrománico de la ermita de Santa Cruz, en Montes de Valdueza, al que hace unas semanas le sustrajeron una estela de piedra cuando era inminente la retirada de toda la pieza del frontal del templo para exhibirla en la muestra de Las Edades del Hombre. Al margen del robo sufrido en Montes, donde los vecinos siempre han sido reacios a que sustituyeran el bajorrelieve por una copia, me llama la atención que a la organización de Las Edades no le importara desencajar la pieza del frontal de la ermita para exhibirla en Ponferrada. Así que supongo que alguien con la suficiente responsabilidad, y bien asesorado, debió ponderar en su momento los riesgos que entrañaba la operación y decidir que lo importante era que formara parte de la exposición. Si finalmente el robo tuviera algo que ver con el descontento que una decisión así ha generado en la zona, alguien, esta claro, habría hecho las cosas mal dentro de la organización de la muestra, y sin que ello exima de su responsabilidad, ni mucho menos, al autor del delito, que como bien recordaba esta semana el juez decano de León, podría enfrentarse a una pena de cinco años de cárcel. Pero lo peor del robo de Montes -y esperemos que no se repita el espectáculo con el caso de Cariseda- es el lamentable cruce de acusaciones entre socialistas y populares, entre la Junta de Castilla y León y la Delegación del Gobierno, sobre la responsabilidad de cada administración en la conservación del patrimonio. Mientras ellos se peleaban, los ladrones se llevaban el San Luis. Debían saber que si dos comparten la misma escoba, la casa siempre queda sucia.