Navegaciones y regresos

UN BUQUE con 300 asiáticos, asiático más, asiático menos, ha sido interceptado a 80 millas de las costas de Dakar. Su destino era, como casi siempre, Canarias. Aún no está cerrada la crisis del «Marine I» y ya empezamos otra, pero lo más grave es que esto suceda cuando los españoles todavía no nos hemos dado cuenta de que viajamos todos en el mismo barco. Las gestiones diplomáticas están encaminadas a que el «Happy Day» regrese al punto de partida o bien lo acepten en Senegal, donde no parece que necesiten más pobres. Otras gestiones son precisas para conseguir que la tripulación de esta vieja nave llamada España deje de discutir su rumbo y comprenda que donde no hay marineros no puede mandar patrón. Es curioso que la palabra que más repiten todos a bordo sea «tolerancia», que alude a lo que menos abunda entre nosotros, ya que hay demasiadas cosas que se juzgan como «intolerables», desde algunas actitudes a algunas declaraciones. Así no podemos llegar a buen puerto. «Débanme el desengaño los pilotos», que dijo el clásico. Lo que ocurre es que a los que estamos embarcados nos han leído el diario de navegación de una manera interesada en muchos momentos de la travesía. Estaba convencido Ibsen de que la barca del mundo se hundiría por el peso de los imbéciles y la verdad es que lleva zozobrando mucho tiempo. Todavía no se ha ido a pique. Algunos atribuyen el milagro a Nuestra Señora del Carmen y a otros les trae sin cuidado el naufragio, ya que saben nadar y guardar la ropa. El caso es que los políticos llevan mucho tiempo metiendo el remo. Los hay previamente cabreados, por una parte, y deseando que les den motivo para el cabreo, por otra. El pueblo está en distintas cosas: pagando hipotecas o comentando el España-Dinamarca.