Diario de León

CUARTO CRECIENTE

Aguas muy turbulentas

Publicado por
YASHMINA SHAWKI
León

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EL SHATT al Arab es un canal de 193 kilómetros formado por la confluencia de los ríos Tigris y Éufrates al sureste de Mesopotamia. Su trazado marca la frontera entre Irak e Irán en su desembocadura en el Golfo Pérsico. La pugna entre ambos países por su control ha sido el punto de fricción más agudo y constante a lo largo del siglo XX. Irán disfruta de 2.440 kilómetros de costa mientras Irak sólo tiene 58 por lo que el acceso al mar por el delta del Shatt al Arab le resulta crucial al ser el único enlace navegable del país. Para Irán, se trata de una cuestión de expansionismo, de control de su provincia más arabizada, Juzestán y de más exportación de petróleo. Tras siglos de disputas, en 1937, con la firma del Tratado Fronterizo entre ambos países, se marcó la frontera con la Talweg, es decir, la línea más profunda. Este tratado fue abrogado de forma unilateral por Irán en abril de 1969 marcando el deterioro de las relaciones con el gobierno iraquí. El conflicto se agravó con el apoyo de Irán a los kurdos iraquíes en su lucha contra el ejecutivo de Bagdad. Tras la Guerra del Golfo de 1990, los iraquíes se las ingeniaron para aliviar las penurias derivadas del embargo internacional con el contrabando en pequeños barcos que iban y venían por el canal del Shatt al Arab procedentes del Golfo Pérsico. Desde la invasión del 2003, las tropas británicas supervisan estas aguas en busca de armamento iraní para los insurgentes. En este contexto, los 15 soldados británicos capturados el viernes pasado en aguas tan turbulentas son sólo los peones de una partida muy antigua a los que los persas quieren utilizar para impedir el control internacional sobre su sospechoso desarrollo nuclear.

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