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DESDE LA CORTE

El examen popular de Zapatero

Publicado por
FERNANDO ÓNEGA
León

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ENTREVISTADORES, sobresaliente; Zapatero, aprobado raso. Ésa me parece la calificación que merece el estreno de «Tengo una pregunta para usted». Y añado: el presidente demostró arrojo al someterse al experimento; transmitió imagen cercana y amable; pero desaprovechó una fantástica oportunidad para convencer a casi seis millones de espectadores. Está atado a sus largos exordios. Se siente en la obligación de justificar toda su obra de gobierno, incluso en los aspectos más nimios. Se escapa sin responder a cuestiones concretas. Y tiene que sufrir esta ridícula humillación: el hombre que presume de dirigir el país que más crece y más empleos crea, es enjuiciado por no conocer bien el precio de un café. El formato es puro espectáculo, como corresponde a la televisión. Tiene problemas de fondo, como la imposibilidad de explicar bien un tema, dadas la premura del reloj y la necesidad de responder al mayor número posible de preguntas. Y por todo eso, quizá no sea el modelo idóneo para un político que, como Zapatero, se recrea en sus palabras y consume tiempo que un árbitro de fútbol descontaría. Es modelo para un oponente, que no necesita defender, sino atacar, y no necesita justificar, sino prometer y seducir. Es, por tanto, un modelo para un Mariano Rajoy más chispeante, rápido en las respuestas y con menos riesgos en el resumen. Si la sabe aprovechar, será su ocasión de oro para ganar el plus que le falta para conquistar el poder. Esa es la sorprendente trascendencia de un simple programa de televisión. Pero, si hablamos de sorpresa, la mayor ha sido la audiencia: ha barrido a «House» y «Los Serrano». Ha sido seguida por una media del 30 por ciento de espectadores. Hasta ahora, era un éxito una entrevista política que lograba el 20 por ciento. Eso significa algo. Significa que la política interesa, siempre que se ocupe de asuntos próximos al ciudadano. Significa que funciona el morbo de ver a gente corriente examinando a un gobernante. Y significa que resulta atractivo contemplar a personas normales preguntando por cuestiones normales, que ocupan conversaciones de familia. Tengo la esperanza de que el éxito del espacio sirva para volver a encauzar el debate político; para que gobernantes y oponentes (también los periodistas) veamos que la inquietud social no está sólo en Otegi, sino en las guarderías, las pensiones, el acceso a la vivienda y¿ el precio del café. La chica del «no nos falles» no enjuicia a este gobierno por el «España se rompe», sino por las ilusiones truncadas. Y la política es resolver el partido-trampa de Batasuna, por supuesto; pero también que existan salarios de máxima precariedad. ¿Lo habrán/habremos aprendido? Dejadme pensar que sí.

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