PANORAMA
El silencio israelí
LA LIGA de los Estados Árabes reunida en su cumbre anual en Riad (Arabia Saudí) presentó de nuevo a Israel y al mundo su oferta de paz basada en la evacuación israelí de los territorios ocupados en junio de 1967 y una solución justa al problema de los refugiados palestinos contra el completo reconocimiento del Estado judío. La iniciativa árabe fue presentada ya en la cumbre de 2002 en Beirut y entonces secamente rechazada por Israel. Ahora, en lo que parece una actitud deliberada, las reacciones están siendo de bajo nivel, atribuidas a portavoces sin peso político y a la defensiva. Este espeso silencio israelí, sin embargo, no podrá durar siempre. Hasta el moderadísimo Javier Solana, cuyas precauciones sobre el dossier palestino-israelí son conocidas, dijo en un mensaje leído a los asistentes que la UE apoya la iniciativa¿ que podría gozar, incluso, del beneplácito de una parte de la Administración Bush. Por una vez, los árabes se han mantenido unidos como una roca sobre la redacción conocida y han rehusado firmemente cambiar nada: los cambios llegarán, si llegan, de una mesa de negociaciones basadas en la oferta. La propuesta árabe tiene una ventaja innegable: se acomoda como un guante al corpus de resoluciones de las Naciones Unidas: la 338 y la 242 para los territorios ocupados y la 194 para los refugiados. Rechazarla, pues, equivale a ignorar paladinamente lo que es el consenso internacional sobre el particular, expresado en la fórmula «paz por territorios». Pero en Israel sólo el campo liberal-pacifista y, en el gobierno, el ministro de Defensa Amir Peretz, políticamente débil, han pedido que se tome la proposición como una base útil de aproximación a una solución pactada.