EL RINCÓN
Hablar de dinero
LA CONVERSACIÓN de los ricos es muy monótona. Siempre están hablando de dos cosas: del dinero que ganan sus sociedades o del que piensan ganar, y sólo varían de tema cuando están contándolo. ¿Qué le importa a los ciudadanos corrientes que los accionistas acepten la oferta de E.On? Los periódicos dedican muchas páginas a estas cuestiones de economía colectiva y todos hemos llegado a enterarnos de quién es el orador aritmético que preside Endesa y de los impedimentos que impiden a Acciona para lanzar sus opas con honda para descalabrar a sus rivales. En estos temas bursátiles la esgrima ha sido reemplazada por el navajeo y en vez de floretes se usan cuchillos cachicuernos. Se barajan cifras siderales y llega un momento en el que resumimos nuestra lejanía diciendo, absolutamente resignados, eso de que con nuestro pan se lo coman. Es cierto que la cosa no nos va, pero no es menos cierto que no nos viene. El Ibex, como la poesía, es algo minoritario y además hablar de dinero es una falta de educación, sobre todo si se hace en presencia de los pobres.