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CON VIENTO FRESCO

El cambio climático, negocio rentable

Publicado por
JOSÉ A. BALBOA DE PAZ
León

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LOS CIENTÍFICOS no se ponen de acuerdo sobre las causas del cambio climático, los políticos tampoco; los hay incluso que niegan no ya las causas sino el mismo hecho, pues entienden que los cambios en los tipos de tiempo son, en la historia del clima, normales y dado que éste -el clima- es un concepto estadístico, hacen falta aún muchas comprobaciones para medir si realmente los climas están cambiando. El último de los informes lo emitían hace unos días expertos de la ONU, amenazando con publicar una segunda parte en el mes de abril. Sus predicciones respecto al calentamiento de la tierra y las consecuencias medioambientales son verdaderamente alarmantes. Estas consecuencias, a su vez, al provocar la falta de agua en muchos lugares, acentuará las desigualdades territoriales y sociales entre continentes, países y grupos sociales. El cambio de tiempo parece ser una realidad ya en nuestros país, pero no todos lo ven de igual modo. Por ejemplo, los andaluces han visto como su Semana Santa, que atrae a millones de personas, no pudo celebrarse con el esplendor habitual. Algunas cofradías han tenido que suspender las procesiones de sus magníficos Cristos y Vírgenes por el miedo a la lluvia. Hubo mucha desilusión. En Castilla y León, por el contrario, esta Semana Santa, aunque el tiempo podía haber sido mejor, no ha llovido y ha permitido procesionar los bellísimos pasos de los grandes imagineros de la región. La Semana Santa leonesa, que he presenciado varios días, ha sido impresionante por la majestad y belleza de sus pasos, pero sobre todo por un público que abarrotaba las calles. La prensa menciona que los ingresos por turismo superará los cuatro millones de euros; me imagino que cantidades semejantes aumentarán las arcas de otras muchas ciudades y pueblos de la región. Para ellos el cambio climático ha sido una bendición. Aún más lo ha sido para Galicia que en estos días ha vivido no ya una semana primaveral sino una auténtica semana veraniega. Las playas de las Rías Bajas estaban repletas de bañistas y la ocupación hotelera ha rozado casi el cien por cien. Mientras tanto, la costa mediterránea ha sufrido los rigores del frío y de la lluvia. Los turistas estaban acongojados y, viendo la cara de algunos, parecían pedir explicaciones del tiempo al gobierno o a los sufridos meteorólogos, que no siempre aciertan en sus predicciones. La lluvia y el frío han causado un desastre económico entre los propietarios de restaurantes y chiringuitos. De todos modos, eso no fue nada comparado con los desbordamientos de los ríos en Navarra y Aragón, con campos anegados, cosechas destruidas, carreteras cortadas y un largo etcétera. Claro que hay cambio climático, pero no todos s e ven afectados de igual modo ni todos lo explican por las mismas causas. Una mayoría de científicos cree ver en las emisiones de gases una de las principales causas del calentamiento del planeta. Otros creen que la acción del hombre es pecata minuta comparada con los efectos del sol, verdadero culpable de todos estos cambios. De hecho, en Marte, donde no hay actividad humana, también se está detectando un fenómeno general de calentamiento. Pero la cuestión de las causas no es baladí. Hasta ahora las críticas al calentamiento de la tierra provenían de grupos ecologistas, muchas veces excesivamente alarmantes como para que fueran verdad. Ahora las críticas comienzan a venir de ciertos sectores de la política. El libro de Frances Cairncross Las cuentas de la Tierra , parece haberles dado el argumento definitivo. Las políticas medioambientales pueden ser una fuente importantísima de ingresos. La ecología se convierte en una actividad rentable y, por ello, se acentúan las causas antrópicas pues sobre estas si pueden actuarse; sobre la actividad solar poco podemos hacer los human os. Y en esas estamos. A ver quién miente más.