Diario de León
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El guiso de la crispación Cada vez es más difícil comprender que un gobierno democrático no cumpla o mal interprete la ley. Algo tiene que esconder si paga «pernada» permanente a los violentos, olvida y reprime a las víctimas y pacta con «la bestia». Todas estas cuestiones contra natura, además de otras que han acaecido en estos tres últimos años, son el germen de la crispación social. Poco se podía esperar de un socialismo caduco como el español, pero lo cierto es que ha traspasado la línea roja de la decencia y el respeto. Si a ello añadimos algunos aturdidos elementos que pululan dentro del poder judicial, pues ya están juntos todos los ingredientes que se precisan para crispar a la ciudadanía, crear un clima inestable y burlarse del votante. Esa crispación que el Gobierno se encarga de generar a diario, complementaria de su mediocridad y torpeza, tiene su origen en la hipocresía y nula preparación de los propios gobernantes, en la ridícula actuación de la que se vanaglorian y en el rechazo y desconocimiento de lo que es el Estado de Derecho. Por si no era suficiente envenenamiento, siempre hay algún inconsecuente que alimenta el fuego con gasolina. Eso es lo que ha hecho Felipe González. No es ético que un ex presidente del Gobierno caiga en la vulgaridad de decir que el debate político en España es «prebélico». Sólo el odio y el resentimiento acumulados pueden mover a la «X» de los Gal a entorpecer, torpedear y envenenar más el agrio ambiente pre electoral. Y, como no había suficientes disparates en el ambiente, se suma a la discusión el falangista, pro franquista, medrador y militante del Frente de Juventudes, Jesús de Polanco, «don Jesús del Gran Poder». A la discusión añade verdaderas atrocidades, más propias de un saltimbanqui de ocasión y de un resentido franquista que de una persona sensata. Él, precisamente él, que «besaba» por donde «Paquito» Franco pisaba y fue aguantado en el Frente de Juventudes hasta hace poco. Apreciado, pero menos, Jesús de Polanco, no lo tomes como un insulto, a mí me echaron de monaguillo cuando las faldas de la sotana me llegaban a la rodilla y aquí estamos. Entre la pataleta de «don Jesús del Gran Poder», el ignorante atrevimiento del bachiller «Pepiño», la salida de «pata de banco» de la «X» de los Gal y el desprecio a la Justicia de algunos sectarios que deambulan por el Poder Judicial, con cara de fiscales, han calentado el panorama y crispado a la ciudadanía. Si a ello añadimos lo sucedido con los «príncipes de la paz» de «zetapé», De Juana Chaos y Arnaldo Otegi, el «guiso» de la crispación está plenamente condimentado y listo para servir. Jesús Salamanca Alonso. ¡Hace falta valor!... y poca vergüenza ¡Qué falta de dignidad, de consideración, de honor, de moral, y de hombría! ¡Hace falta valor! Montoya, al que no le trato de señor, porque no lo es, reservándome el duro calificativo que merece, por hacer unas fotos porno-religiosas da ñando nuestra sensibilidad y sentimientos. Permítame decirle que no ha medido el alcance de semejante barbaridad ni de lo que de ella puede derivarse. Sólo una mente retorcida y malvada es capaz de ofender gravemente a los católicos sin reparar en las consecuencias. Quisiera con mi mejor voluntad, pero menos... darle unos estupendos consejos ¡póngase a temblar Montoya! y no precisamente por cuantos reproches reciba de nosotros sino de quien castiga sin piedra y sin palo. Más le valía meterse a lego, encadernarse al cordón sanitario del que tanta gala hace, dejarse morder por una serpiente pitón de su entorno, ir en son de paz a la guerra de Irak para morir a manos de un talibán, pisar una mina como nuestros soldados o veranear en traje color naranja, sin sol, sin luz y sin color, en el más bello hotel rejas llamado Guantánamo, donde encontrará la paz que necesita, después de pedir a todo el mundo un perdón concedido siempre que de allí no salga, porque en verdad le digo, que para aguantarlo ¡hace falta valor! Menchu Manzano Corral (León). María (Sevilla; edición digital).

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