EL MIRADOR
Conthe en el motín del «Caine»
NO SE HAN AMOTINADO los consejeros de la Comisión Nacional del Mercado de Valores contra su presidente, Manuel Conthe, hasta que el buque regulador de la especulación bursátil se ha quedado sin timón. Pero ya había advertido el capitán de la nave, como le sucedió a Humphrey Bogart al mando del Caine , que a la tripulación la tenía en contra. El motín de una mayoría de los consejeros de la CNMV dejaba a Conthe a merced del Almirantazgo, cuyo vicepresidente decía a media mañana que «no podemos tener confianza en una persona que actúa de esta forma». ¿Qué le pasa a este hombre de cincuenta años, durante los cuales ha encendido la simpatía de varios gobiernos socialistas, incluído el actual, ha pertenecido, entre otros, a los consejos del Banco de España, del Banco Europeo de Inversiones y de la misma CNMV, a cuya presidencia parece dispuesto a soldarse, mientras no se acepten las condiciones de su dimisión?. Sería demasiado fácil responder con la acreditada tesis de que en la cincuentena no es infrecuente que el hombre muestre alguna actitud obsesiva. La insistencia en ser oído por la comisión parlamentaria correspondiente, para exponer ante ella las razones de su dimisión, se antoja en cierto modo pueril, pues nadie cercano a los mercados de valores ignora que una abundante acumulación de dinero, lanzada hacia un objetivo concreto, puede sortear normas adversas y hasta desatender los frenos reguladores de organismos oficiales. Conthe predenunció, al reafirmarse en la presidencia de la que va a ser apartado, si no lo ha sido ya, que si «la política industrial del Gobierno entra en potencial conflicto con las normas del mercado de valores, es comprensible que el punto de vista de la CNMV o de su presidente o de alguno de los miembros de su consejo no sea del agrado del Gobierno». A la pérdida de confianza de Solbes en él, responde Conthe que mantiene su confianza de toda su vida en Solbes, como persona y como ministro, lo que viene a sugerir un sentimiento que se habría visto en cierto modo traicionado y desde el que se exhibe una delicada lealtad. Pero vivimos en un mundo donde el dinero, a partir de una cierta cantidad, manda en todo el espacio planetario que no ocupan los reductos más bien escasos de una moral cívica y de Estado aceptable, por lo que las aclaraciones de Conthe en el Congreso tendrían sólo un valor de testimonio archisabido. Se niega Conthe a dimitir como si la dimisión fuese una apostasía, y en eso recuerda a los primeros cristianos, y hasta a muchos actuales, que apostatamos con exquisita sutileza y no menor hipocresía, sobre todo en la intimidad de la conciencia. En cualquier caso, Acciona respira con alivio, porque una CNMV en contra siempre sería una contrariedad, por pasajera que resultase.