EL PAISANAJE
Con la frente marchita
LO QUE menos esperaba uno ver en los periódicos de este domingo era la foto del veinte aniversario del Pacto Cívico, según le llamaron entonces, que echó al ex alcalde Morano del Ayuntamiento -el que tenía más votos cuando era independiente- para poner al médico pepero Villarig, que luego perdio la silla a favor del arquitecto Luis Diego Polo, buena persona, que al poco tuvo que cedérsela otra vez a Morano, todo este vaivén de zascandiles en apenas tres años para luego volver a donde estábamos. Que después llegara Lucas con las rebajas (Juan José) para poner a Amilivia es otra historia. También es lástima que Gardel, el del rayado tango «Volver», no estuviera disponible para glosar la milonguera foto del otro día. Se aprecia en la foto la jeta de viejos enemigos de toda la vida, compadre, para quienes ya lucimos canas con la frente marchita. Y, modestia aparte, los que mejor las conservamos somos un servidor, que no se las tiñe, y Zapatero, que se peina en una huída p'alante hasta las cejas y las de Otegui, cara a cara. Todos los demás que posan en la nostálgica foto del Pacto Cívico entre PP, PSOE y CDS activos, lo que se dice activos, no queda ninguno. Los barrió de la política la escoba del tiempo, menos al diputado Turiel, al que le falta un soplido. En el pecado de aquel pacto llevan la penitencia. A los pactos, como a las escobas en la mili, los carga el diablo. ¿De qué se queja ahora Amilivia, que de aquella ya andaba por allí, si le quitan otra vez la alcaldía aún siendo el más votado? ¿De que su partido, léase doña Carrasco, le interfiera en su lista colándole nombres que se las traen? A la distancia de veinte años, macho, donde las dan las toman y hay mucho desmemoriado. En la fiesta del fin de semana algunos echamos de menos al principal protagonista. O sea a Morano, quién si no, con un discurso que bien podría haber empezado como en el circo con un «¿Cómo están ustedeees...?». Es el único superviviente. La ciudad no sé, pero, en cuanto al Hostal de San Marcos, lugar del reencuentro, después del pacto se han podido salvar los muebles, gracias a Dios.