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Publicado por
JAIME LOBO ASENJO
León

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EL «JUEZ ESTRELLA» Baltasar Garzón, ese que hace tiempo dejó de ejercer de juez y utiliza la toga para hacer política, tomarse años sabáticos y dar conferencias; el inefable secretario de Organización del PSOE Pepe Blanco -no confundir con el flamenco de la posguerra, compañero de Carmen Morell- y el comunista Gaspar Llamazares, el ideológica y profesionalmente, por sus estudios de medicina, vinculado con la dictadura de Fidel Castro. El que pretende que España se convierta en un «gulag» como el cubano, heredero del partido de Paracuellos, el defensor de Sadam el que gaseaba kurdos y chiies a discreción, el mismo que se ha convertido en un apoyo sectario de Zapatero, en un impresionante y cínico rasgado de vestiduras, pretenden ni más ni menos que sentar en el Tribunal Penal de La Haya, al ex presidente del Gobierno de España, José María Aznar, juntamente con Bush y Blair -¿por qué no Barroso el anfitrión de las Azores?- por presuntas responsabilidades criminales en la guerra de Irak. A ellos se han unido los partidos con representación parlamentaria, que han presentado una iniciativa en el Congreso de los Diputados para que se condene la decisión de comenzar la guerra contra Irak. Por lo que se ve todo vale, tras la bajada de pantalones de Zapatero ante ETA, concretada en la excarcelación de De Juana Chaos, con tal de hacer olvidar a los españoles, con esta cortina de humo de la guerra de Irak, quiénes son los que negocian y dan trato de favor a los asesinos implacables de ETA. Resulta curioso que cada vez que el Gobierno de Zapatero se asfixia tras sus fracasos en el llamado proceso de negociación con la banda terrorista, y su gestión al frente del ejecutivo, gestión manifiestamente mejorable, saca a relucir el tema de una guerra que terminó hace tiempo y que ha derivado en una misión internacional apoyada expresamente por la ONU en tres resoluciones, y en la que por cierto participaba una coalición integrada por numerosos países, cuyos efectivos militares destacados en Irak son la única defensa de los ciudadanos iraquíes, masacrados en atentados de una Yihad sin cuartel. ¿Piensan Zapatero y todos sus socios llevar también a La Haya a los jefes de Estado o de Gobierno de los países que forman esta coalición y que permanecen en Irak? ¿Tal vez los amigos de Zapatero han olvidado que su Gobierno votó una Resolución de la ONU, la 1.546, que pedía a la comunidad internacional el envío de soldados para pacificar y reconstruir Irak? Está claro que en una democracia, cada uno actúa y se manifiesta por y para lo que le da la gana, pero lo menos que se puede pedir a los actuantes y a los manifestantes es coherencia, cosa que la izquierda española no hace en este asunto del no a la guerra, ya que es un no hemipléjico, pues parecer ser que sólo afecta este «no» a la guerra de Irak, es decir es un no a la carta de plato único, ya que nunca afecta, por ejemplo a la guerra de Afganistán, guerra en la que han muerto en combate 19 soldados españoles, de los 690 que allí tenemos luchando, en una operación de alto riesgo, contra un ejército, el talibán, armado hasta los dientes de misiles, helicóteros, minas terrestres, etcétera. Resulta que este gobierno socialista de Zapatero, tan pacifista él, y tan partidario del no a la guerra (de Irak), tiene en la actualidad uno de los mayores contingentes de soldados en misiones en el extranjero, en escenarios de guerra, 1.000 en el Líbano, los ya citados 690 en Afganistán, 450 en Bosnia y 500 en Kosovo, cifras que por sí solas deberían echar por tierra los constantes mensajes pacifistas del Gobierno, de ZP, del PSOE y demás satélites, todo ello sin remontarnos a las decisiones que en su día tomo Felipe González, con el apoyo del entonces diputado Zapatero, en relación con la guerra en la antigua Yugoslavia, en la que con nuestra intervención, sin respaldo de la ONU, y por orden del socialista Javier Solana, murieron centenares de civiles. ¿Se tiene pensado llevar a González y Solana al Tribunal de La Haya? «Por pedir que no quede» pero, resulta de un cinismo atroz, además de una cortina de humo, arremeter ahora contra el expresidente Aznar, retirado de la política activa, que ni siquiera envió soldados a la guerra propiamente dicha y que acertada o equivocadamente interpretó la legalidad internacional, al igual que hicieron decenas de países que consideraron que las resoluciones de la ONU respaldaban la intervención armada y olvidarse de la obligación de perseguir y enviar a juicio a los terroristas y negarse en el Congreso de los Diputados a tener un recuerdo para la última víctima del terrorismo de la kale borroca etarra, etcétera, etcétera, etcétera.