LA PENÍNSULA
A la vuelta de la esquina
SI LA iniciativa en estos momentos no es del terrorismo islámico, ya me dirá el lector de quién es. El presidente americano está perfectamente embarazado por el Congreso. El premier británico vive agobiado por la cuenta menguante de los días que le quedan en el 10 de Downing Street. La Otan se encuentra empantanada en Afganistán bajo la amenaza de una creciente merma de sus recursos. El estado de la ONU frente a un Irán atómico y rampante es de semicatatonia, y la UE da la impresión de ser una comunidad perpleja, enferma hasta las cejas de su éxito, sin saber muy bien con qué cara mirarse al espejo, con qué aspecto esperar a que Gordon Brown sustituya a Blair y con que vestidito recibir a quien los franceses se pongan por montera. Nunca le han ido a nadie tan bien las cosas como a la UE, y nunca ha habido nadie con tan pocas ganas de aprovechar tan original privilegio. Eso quiere decir que por una prolongada y compleja serie de razones, que van de lo objetivo a lo subjetivo, de lo público a lo privado, y de la salud a la paranoia y a un probable principio de esquizofrenia, Occidente se ve colocado en una bastante articulada crisis de liderazgo, así como de conciencia, raciocinio y perspectiva, si ese es el tríptico desde el que se construyen las intenciones, las voluntades y los propósitos. Frente a tanta siesta en los laureles, quienes no tienen laureles tampoco muestran las menores ganas de estarse quietos. El ceremonial atómico desplegado por Irán puede tener o no tener relación alguna con los atentados de Casablanca y Argel. También cabe que la coincidencia sólo tenga que ver con la casualidad. Con lo que la relación no es casual ni aleatoria es con el terrorismo islámico, llamase Al Qaeda o de cualquier otro modo. Los atentados de la semana pasada fueron precedidos por varios tiroteos en Túnez y unos cuantos ataques a trabajadores extranjeros del petróleo en Argelia. En Egipto, los Hermanos Musulmanes no están, ni mucho menos, exterminados. Puede que seamos los únicos que no sabemos a qué carta quedarnos.