DESDE LA CORTE
El político y la pensionista
YA LO ven: lo que triunfa de las conversaciones con los políticos no es su modelo de estado, ni su forma de terminar con el terrorismo, ni siquiera su habitual promesa de que con ello viviremos mejor, comeremos más percebes y pagaremos menos impuestos. Lo que interesa es que el jefe del gobierno no conozca el precio de un café y el jefe de la oposición no quiera decir lo que gana. En el fondo, esos programas son como el «Mira quien baila», donde todos los morbosos admiran el arte de los participantes, pero, en el fondo, están mirando si la nieta de Franco lleva faja o Jesús Alvarez le pisa un callo a la bailarina. En las entrevistas populares de la tele, todos decimos que vamos en busca de ideas, pero estamos esperando una cazada del entrevistado. De ahí el éxito del café y del sueldo. Lo más elocuente de Rajoy en ese «histórico momento» no ha sido su respuesta, sino la cara que puso. Le he dado varias vueltas en el vídeo, y no sé cómo interpretarla: de sorpresa, de ignorancia o de yo-qué-digo-ahora. ¿Saben lo que pienso? Que los políticos sufren una tremenda contradicción: por una parte, creen que ganan poco para lo que merecen, pero creen que ganan mucho para lo que trabajan. No pueden decir al mismo tiempo que están ahí por voluntad de servicio a la patria y al ciudadano -con el «interés más desinteresado», que decía la publicidad de una Caja de Ahorros- y confesar a continuación una cantidad que resulta escandalosa para una pensionista. Mariano Rajoy es uno de los hombres públicos que más y mejor pueden hablar de su salario, porqué él sí que renunció a grandes ingresos como registrador de la propiedad. Pero ahí había otro fenómeno: ¿cómo decirle a una señora de 300 euros al mes que uno gana ese sueldo multiplicado por 20 o quizá más? Ya sabemos que las responsabilidades no son comparables, ni la preparación, ni el mérito. Pero esa señora y su familia viven con diez euros diarios: lo mismo que este cronista gasta en teléfono móvil. Y empiezo a sospechar que no se rebela contra el sistema, porque confesó que pensaba que un político como Rajoy ganaba unos mil euros al mes. ¡Ay, señora Violeta, pensionista! Si usted supiera lo que supone el «bonus» de un ejecutivo; si usted supiera qué sueldo hace falta para pagar la cuota mensual de algunos coches¿ Mejor que no lo sepa, Violeta. ¿Los políticos? Unos pobres, al lado de tanta riada de dinero. ¿Los seis mil euros que José Blanco confesó ayer? Una propina, Violeta. Mejor que siga usted creyendo que dirigentes como Rajoy ganan mil euros. Y ya iba siendo hora de que los políticos supieran que en este país de la ostentación queda gente, familias enteras, que logran sobrevivir con el importe de esa pensión.