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Ponferrada

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YO TAMPOCO estoy de acuerdo con la forma de hacer radio de Federico Jiménez Losantos. No me gusta el tono de sus comentarios. Y sobre todo, no me gusta el resultado que sus palabras tienen en algunos oyentes de la Cope, porque siembran intolerancia, y sólo conducen al enfrentamiento, verbal, entre la gente. Subrayo lo de verbal, porque invocar a los fantasmas de la Guerra Civil, como hacen los que están en el extremo contrario a Losantos, me parece fuera de lugar a estas alturas; después de treinta años de democracia, y aunque nos queden asuntos que resolver con nuestra memoria histórica, con España integrada en una Europa próspera. Supongo que Losantos se verá a si mismo como un agitador de conciencias, aunque a mí, el modo despectivo con el que habla de sus enemigos, y la tendencia de algunas personas a interpretar sus palabras como una verdad revelada, me causan inquietud, es verdad. Me obligan a apagar la radio. En la madrugada del domingo, sin embargo, Federico Jiméntez Losantos, apareció con su cara más amable y en lugar de alimentar su imagen de fracontirador, tendió un puente hacia el diálogo durante la gala de los Micrófonos de Oro en Ponferrada. Jugaba como Raúl en el Nou Camp, y esa fue la expresión que usó, y con su actitud serena se puede puede decir que acabó marcando un gol fuera de casa. Aplaudido como Ronaldinho en el Bernabéu, por seguir con el símil del fútbol. Andreu Buenafuente está en su derecho de rechazar un premio para abrir un debate sano sobre la importancia de los grandes comunicadores que se alejan de la realidad, se acaban endiosando, y terminan por olvidar la diferencia que existe entre opinar, informar y arengar. Y aunque al presentador de Antena 3 le honre haber viajado a Ponferrada para explicarse sin intermediarios y evitar que alguien pudiera pensar que le estaba haciendo un feo a la ciudad, creo que le hubiera ido mejor recogiendo su micrófono y usando el escenario para expresar su disconformidad. Al final, la sombra de Losantos, con quien Luis del Olmo no quiso polemizar, marcó la gala de entrega de los Micrófonos de Oro. Fernando Ónega, que es buen periodista porque primero es buena persona, fue el primero en mencionarle cuando bromeó sobre lo que le gustan las pifias de Gallardón al locutor de la Cope. Boris Izaguirre fue más combativo y acabó dándole munición a Federico cuando alabó una democracia donde caben las personas más dispares. «No recuerdo una situación en la que se produjeran en España actos de repudio, listas negras y nombramiento de personas non gratas. Eso no es democracia, Boris», le espetó el aludido cuando al final de la noche, y con el Toralín guardando silencio para que pudiera expresarse, subió al escenario para recoger su premio. Y es inevitable preguntarse de qué España está hablando Federico Jiménez Losantos. A cuántos años se remonta su memoria. Yo sí recuerdo afirmaciones recientes, salidas de su boca, en las que hablaba de su amigo, el desaparecido Antonio Herrero, y de como el anterior presidente del Gobierno les pidió apoyo a él y a Luis Herrero, para vetarle . Y es sólo un ejemplo, Federico.