EL PAISANAJE
Si vas a París, papá
MENOS el jamón york mis vicios son todos ingleses, según volvió a diagnosticar ayer el médico de cabecera mientras fumábamos los dos como Churchill y bebíamos con patente de corso en el bar que cae, puerta con puerta, a la del ambulatorio. Como éramos amigos servidor sólo había ido a la consulta para consultarle, en plan profesional, cada uno en lo suyo, sobre las elecciones de Francia el domingo, como quien va a la farmacia a renovar las recetas de la abuela, pero los médicos son así de aprensivos y meticulosos. En cuanto al «mal francés», con perdón, me mandó al especialista. Después de lo del domingo hay mucho columnista político que se automedica y traduce diagnósticos para las próximas elecciones españolas equiparando los microbios de monsieur Pasteur con los de Ramón y Cajal sin tener en cuenta cómo se fagocitaban todos aquí un histórico 2 de Mayo, fiesta, por otra parte, de Esperanza Aguirre. Para esto el británico mister Fleming, que era más serio, inventó la penicilina. Dicen que la candidata Ségolène Royal representa a la izquierda franchute por lo de la integración de los inmigrantes, descentralización de Francia en plan autonomías, etcétera y, en fin, la «Zapatera francesa». Para ser hija de un coronel destinado a las colonias africanas de Senegal no tiene menos pedigrí que el del abuelo capitán del presidente español cuando, más o menos por las mismas fechas, barrenó militarmente el levantamiento de los mineros asturianos del 34. En cuanto a Sarkozy, ahora emblema de la grandeur de la France, resulta ser hijo de un judío asquenazi que salió por pies de Hungría antes de que lo trincara Hitler, aunque esto no es de extrañar porque lo mismo le pasó a De Gaulle, también coetáneo de Franco, ambos con una nariz más que sospechosa. Removiendo la memoria histórica, resulta igualmente que el etarra De Juana Chaos, al que el RH le da negativo en todos los hospitales, es hijo de un militar africanista de Ceuta. O Carod-Rovira de un guardia civil maño. Por citar a un par de dos. Hay que ver cómo está el ADN. A estos franceses no hay quien los entienda.