EL OJO PÚBLICO
Batasuna y la bella durmiente del vasco
IMPEDIR que Batasuna, en cualquiera de sus transfiguraciones fraudulentas, pueda presentarse a las elecciones locales en las tres provincias vascas y a las autonómicas y locales en Navarra es un objetivo estratégico central de la democracia española en su lucha contra ETA. Y ello porque si la ilegalización de Batasuna y su subsiguiente salida de las instituciones fue en su día un paso de gigante en el acoso al terrorismo etarra (a sus fuentes de financiación, a sus canales de reproducción y a sus instrumentos de legitimación) mantenerla, sin ceder ni un palmo de terreno, constituye hoy una condición indispensable para que ETA y los suyos desistan algún día, no de perseguir sus objetivos, sino de hacerlo a través del asesinato, el secuestro y la extorsión. Por eso, más allá de la decisión que adopte finalmente el Tribunal Supremo en relación con la prohibición de Abertzale Sozialisten Batasuna, prohibición que, de acordarse, impedirá a los de Otegi burlar una ilegalización que ha tenido para ellos efectos desastrosos, el partido se juega ahora en otro campo: en el de abortar las candidaturas de esa bella durmiente que ha sido durante muchos años Acción Nacionalista Vasca, de las agrupaciones de electores que concurren bajo la denominación común de Aberztale Sozialisten y de las eventuales «listas blancas». Que todas ellas son montajes fraudulentos de ETA-Batasuna para volver a las instituciones de las que han salido por imperativo legal es algo meridianamente claro. Pero como el nuestro es un Estado de derecho, la convicción moral irrefutable de que un partido que no existe no puede montar docenas de candidaturas de la noche a la mañana no es suficiente para impedirle presentarse a los comicios. Las reglas del Estado de derecho exigen probar de un modo fehaciente las sospechas, como ya lo están haciendo las fuerzas y cuerpos de seguridad, que deben desenmascarar a todos los que pretendan hacer trampa. En eso se trabaja, según parece, a uña de caballo. El PP, denuncia, pese a todo, su temor de que al final el Gobierno permita que se cuele, de un modo u otro, Batasuna. No tengo dudas de que la finalidad que persigue el PP con su denuncia es la de desgastar al ejecutivo socialista en su propio beneficio. Pero, como en tantos otros casos, los vicios privados pueden dar en públicas virtudes: de hecho, es más que dudoso, a la vista de la posición de Zapatero tras el último atentado de Barajas, que el Gobierno hubiera forzado la maquina de la ilegalización hasta donde parece estar forzándola de no haber sentido en sus espaldas el cercano aliento competitivo del PP.