Diario de León
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VICENTE PUEYO
León

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ANDAN los políticos perfilando sesudos programas, reordenando las reordenaciones territoriales y buceando en el manual de frases hechas cuando un simple suceso nos enfrenta de golpe con la cruda realidad. Dos pueblos enteros andan en guerra. El vecino de Castro de la Lomba, el único, o sea todo el pueblo, sacó una pistola y casi finiquita al vecino de Campo de la Lomba, el único, o sea, todo el pueblo. Sófocles no mejora este drama y Goya lo hubiera llevado a sus pinturas negras. Baste esta pincelada para atrapar la atención del lector y para que, quien corresponda, baje de las nubes de la teoría política al terreno de lo real que, en muchas zonas de la provincia y de la comunidad, late al ritmo de ese crudo desierto omañés. Se hablaba anteayer en El Bierzo, con la presencia del propio presidente Herrera, sobre ordenación del territorio, sobre comarcalización y, en suma, sobre los intereses y las necesidades de nuestros pueblos. A uno le gustaría que nuestros responsables públicos bajaran con más frecuencia y con más valentía a esa arena, metieran las manos en la harina de un debate que debería estar bien subrayado en las agendas de quienes estos días se asoman a las listas municipales y autonómicas. A no ser que los nefastos efectos de una caída demográfica imparable carezcan de importancia y se convenga resignadamente en dejar estos asuntos en manos de los sociólogos. De momento, da la sensación de que el debate que se atisba en esta materia no acaba de pasar del rifirafe teórico sobre la conveniencia, o no, de la comarcalización para acabar con nuestros alarmantes desequilibrios interiores. La Junta, Herrera lo subrayó de nuevo en el Bierzo, no quiere entrar en nuevos procesos de comarcalización porque sería entra r, sin brújula y sin casco, en un nuevo berenjenal territorial. Los temores del presidente de la comunidad, -al margen, y además, de que estos procesos pueden desestabilizar las estructuras de poder-, no carecen de fundamento. Superponer una nueva estructura administrativa y política a ayuntamientos, mancomunidades y diputaciones no tiene por qué ser la panacea a las carencias de nuestros pueblos y nuestro medio rural. Existe cierta tendencia a construir casas por el tejado, rehabilitar un edificio y ponerle un hermoso cartel, cuando resulta mucho más sensato ir de abajo hacia arriba sopesando con equilibrio las necesidades reales. Eso sí, esas nuevas estructuras, pueden ser, desde luego, una salida airosa para dar acomodo a quienes quedaron descolgados en las listas de los partidos. En cualquier caso, con comarcalización o sin ella, por encima de ese debate, lo que resulta evidente es que (obviando los abismos que se han abierto entre diferentes comunidades autónomas) el auténtico reto de esta comunidad está en establecer mecanismos de apoyo permanentes para ir corrigiendo las carencias y penurias de nuestra ancha y despobladísima geografía: en materia de educación, de comunicaciones, de nuevas tecnologías, de e mpleo, de vivienda, de animación sociocultural, de sanidad. Déjense de debates teóricos y bajen a la arena. Dígannos cómo piensan detener esta sangría. Si es que tienen alguna idea.

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