EL MIRADOR
El claro mensaje de ETA
LAS SIGLAS que transmiten un mensaje más claro en esta precampaña electoral son las de ETA. El mensaje etarra viene a decir así: o se complace al independentismo radical 'abertzale' o habría atentados. Dicho de otra manera, o los resquicios de la ley permiten que los complacidos por la violencia terrorista se incrusten en diversas listas electorales o aténgase el Estado de derecho a las consecuencias. Ocurre, sin embargo, que el Estado de derecho no puede taponar con silicona, como los piquetes huelguistas las cerraduras de las empresas, todos los espacios que las legislaciones democráticas dejan al normal funcionamiento de la sociedad. Ni siquiera la Ley de Partidos, orientada a asfixiar socio-políticamente al sector filoetarra del País Vasco, es impermeable a la imaginación de los estrategas de la ilegalizada Batasuna, cuyo comportamiento les caracteriza como androides de la banda terrorista; son portavoces sin capucha de ETA. Toda la verborrea de Otegi y la de sus compañeros, que suelen desempeñar el papel de intransigentes como si Otegi fuera un paradigma de la transigencia, se reduce a hablar de las trabas que el Estado y el Gobierno ponen a un proceso democrático para acabar con el conflicto, un conflicto que, en primer lugar, es el que representa y cultiva ETA desde hace cuarenta años, y en segundo, pero a mucha distancia, la división de la sociedad vasca en dos hemisferios -nacionalista y constitucionalista-, cada uno de los cuales ofrece un pluralismo político muy variado. Pues bien, si nos fijamos en lo que ETA expresa a través de su brazo político, llegamos a la conclusión de que la banda no sólo va a seguir dirigiendo al entramado de Batasuna sin permitirle la menor disidencia, sino que mantiene la pertinaz idea de no abandonar la actividad terrorista, utilizándola como macroargumento de respaldo a lo que la izquierda aberzale propugne y como amenaza al Estado. Sobre los ardides que ensaya Batasuna para colarse en las elecciones del 27 de mayo hay dos versiones políticas, la dramática del PP, expuesta ayer nuevamente por Acebes, y la más serena del Gobierno, que ha puesto a funcionar a la Abogacía del Estado y la Fiscalía General para que examinen con lupa las listas presumiblemente contaminadas del virus filoetarra. Insistían ayer los portavoces del Gobierno en asegurar que la Ley de Partidos se iba a aplicar y de hecho se está aplicando, con total fidelidad a su letra y a su espíritu, y así hasta el jueves, en que se cerrará el plazo de las impugnaciones. Mientras tanto, siguen las críticas conservadoras al magistrado Garzón, que pasa de ser héroe a villano y viceversa según a quien irriten sus decisiones, y la de no suspender de actividad a Acción Nacionalista Vasca, muchas de cuyas van a ser impugnadas, ha despertado la iracundia en los sectores de costumbre. Pero nada está decidido sobre participación de la izquierda aberzale en esta elecciones, porque la última palabra la tiene el Tribunal Supremo, sala especial del 61, la cual podría llegar más allá de lo que la Abogacía del Estado y la Fiscalía General le expongan si sus magistrados creyeran que alto un porcentaje de listas contaminadas supone la contaminación del total, como la manzana podrida que echa a perder toda la cesta. 1397124194