Diario de León
Publicado por
MANUEL-LUIS CALSALDERREY
León

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MUCHOS recordarán una novela de Mario Vargas Llosa, escrita hace más de treinta años titulada Pantaleón y Las Visitadoras . Al capitán de intendencia, Pantaleón Pantoja, se le encarga poner en funcionamiento el Servicio de Visitadoras para Guarniciones, Puestos de Frontera y Afines en toda la región amazónica. Ha de reclutar mujeres que visiten a los soldados destinados en puestos avanzados para satisfacerlos en sus demandas de virilidad. Después de una rápida encuesta y un montón de gestiones, realiza el cálculo de las visitadoras que necesita en función de la demanda de los encuestados. En ese cálculo olvida que las visitadoras no podrían realizar su cometido en los días de la regla y ha de rehacer sus previsiones. En aquel momento nada se sabía de la píldora anticonceptiva sin descansos que suprime por completo la menstruación. Con su meticuloso proceder, Pantaleón hubiese determinado si resultaba más rentable para el ejército la dejación de prestaciones en esos días o la administración del preparado químico que aseguraba una prestación continua. Cuando apareció la primera píldora (la tradicional) se dijo que había hecho mucho más por la liberación de la mujer que los movimientos feministas y las leyes de equiparación. Aquella no suprimía la menstruación, sino el riesgo de embarazo no deseado. Esta nueva píldora puede suprimir las menstruaciones totalmente, aunque, de momento aquí se prescriben píldoras que dejan en cuatro las reglas anuales. Como siempre, estos temas se prestan a polémica. El tomar o no la píldora es una decisión soberana de cada mujer. Pero, de nuevo la Química positiva, la de los fármacos, hace más iguales a las mujeres y a los hombres, eliminando una de las rémoras de aquellas.

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