PANORAMA
En el calabozo
EN la oscuridad abisal del calabozo marbellí, pero con las gafas de sol bien caladas, Isabel medita sobre su aprieto policial. Son momentos duros. Las reflexiones se agolpan en su cerebro. Isabel piensa que ha sido una curiosa casualidad que la hayan enchironado justo unas horas después de que Rodríguez Zapatero, inmerso ya en el fragor de la precampaña, proclamase en un mitin en Marbella que no habría piedad con los famosos. Insomne, tendida en el catre de la celda, la tonadillera evoca la maldición fiscal de las folclóricas. En 1991, Lola Flores fue condenada por pasar olímpicamente de Hacienda durante cinco años. El juez no se enterneció cuando La Faraona se defendió ante el Tribunal con una frase llena de garbo y morro. «Señoría, yo no sabía que estuviese tan castigao el no haser la declarasión», alegó la señora de El Pescaílla. Marujita Díaz y Norma Duval también pasaron por el mismo achuchón. Aunque con los líos de Julián tiene la conciencia bastante intranquila, Isabel cree que no ha tenido suerte: ¿Por qué Hacienda empluma a las folclóricas mientras toda España aplaude como héroes a deportistas que emigran a paraísos fiscales para escaquearse? ¿Qué pasaría si el fisco y los jueces midiesen a los presidentes del fútbol con el mismo rigor que a las divas de la bata de cola? Isabel enciende un pitillo en la soledad del trullo. Ahora habrá que currar duro para superar la cornada de Hacienda. Pero hay que animarse. La tragedia puede ser fuente de inspiración y buen dinero. Ya está viendo el título del próximo disco: Las coplas del calabozo. Luego, una ronda de revistas, la prueba del polígrafo en la tele, galas a mazo... Isabel sale de la trena pasada el alba. A esa hora, los Albertos, condenados a tres años y cuatro meses de cárcel por el Supremo en el 2003, parten en sus berlinas hacia sus despachos. Ellos nunca h an conocido los hoteles del Estado. Casualidades.