EL RINCÓN
Un día es un día
UN DÍA entre los días, como se lee en Las mil y una noches , un día como otro cualquiera, aunque todos sean distintos, se escoge para conmemorar algo. Ya tenemos Día de la Madre (mañana), Día del Padre y Día del Tío Pepe. Desde casi siempre festejábamos el de la Bandera, el del Domund, el del Libro, el de la Raza, el del Trabajo, el de la Independencia -que depende de cómo se mire-, el del santo patrón y otros muchos, sin contar los que recuerdan los desagradables sucesos de Jerusalén. A este paso van a faltarnos días. La verdad es que en el transcurso de veinticuatro horas, si bien se considera su rápido itinerario, se encierran todos los acontecimientos de la vida. Don Pío Baroja tenía un reloj de pared, que siempre tiene algo de ataúd temporal y vertical, con la conocida leyenda horaria que asegura que «Todas hieren y la última mata». Humildemente propongo que se celebre el «Día del Encarcelado». La gente se alegra siempre que enchironan a alguien que ha alcanzado alguna notoriedad, ya sea por cantar bien o por robar bien, que para esto último también es necesario tener voz, oído y sentimiento. Ahora hay un cierto regocijo popular por la detención de Isabel Pantoja, por supuesto blanqueo en la inacabable investigación de la trama marbellí. Muerto Alí Babá han aparecido más de 400 ladrones. También hubo una casi unánime alegría cuando Hacienda, para que nos enteráramos de que somos todos, escogió a Lola Flores para que diese cabal cuenta de sus ingresos. Arrestar a las tonadilleras es algo que nunca falla. A sus incontables admiradores no les desagrada la idea de que, después de tantas noches triunfales, algunas privadas, pasen otras en el calabozo. Saben que pasará la mala racha y que hay más días que longanizas, aunque haya menos días que chorizos.