Alburnos

EN LAS aguas bajas del Esla y Órbigo, los pescadores andan algo desconcertados por la presencia de grandes cardúmenes de unos peces estilizados que parecen, cuando nadan en la corriente, sardinas verdosas. Son los alburnos, especie exótica que ocupaba las cuencas fluviales desde Francia a Rusia, y que ya la tenemos entre nosotros como el black bass, el lucio, la gambusia, la lucioperca y el pez sol, ictiofauna alóctona que prospera mejor que nuestras nativas truchas, bogas, escallos, tencas, barbos, bermejuelas y lamprehuelas. Hace años que se detectó su presencia en la cuenca del Ebro, sobre todo en los grandes ríos pirenaicos de Cataluña -Segre y Noguera Pallaresa-, pero ya avanza por la cuenca del Duero. El alburno suele medir de 12 a 20 centímetros, recubierto por unas escamas fácilmente caedizas, muy brillantes, y presenta el maxilar superior algo atrasado. Como su carne no tiene calidad gastronómica, bastante seca y espinosa, supongo que se utilizará sobre todo como cebo para los reteles de cangrejos. Freza en las cascajeras de mayo a julio, y cada puesta suele ser de unos 1.500 huevos, adheridos a las piedras, que eclosionan a las dos semanas. Es un ciprínido de crecimiento lento, que al año solo mide de 3 a 5 centímetros. La madurez sexual la adquiere al tercer año de vida. Prefiere las aguas de poca vegetación, muy iluminadas, de corriente lenta, y abunda mucho en las presas. El invierno lo pasa sumergido en aguas profundas. En Centroeuropa, sus escamas se utilizan para fabricar esencia de Oriente. Los brillantes cristales de guanina son extraídos de las escamas, proporcionando cada 5.000 peces unos 100 gramos de esencia. En Chequia, capturados con red en gran cantidad, se destinan a alimento del ganado de cerda. Es un pez muy activo y voraz que entra muy bien a la mosca ahogada y seca y a la ninfa, válido para jornadas de pesca de entretenimiento. Dada la escasez de pintonas en León, este pez foráneo dará diversión.