Diario de León
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EN ESPAÑA y en otros muchos países de Europa, para obtener un puesto de trabajo en muchas profesiones, es necesario someterse a unas oposiciones y aprobarlas. En política generalmente no es necesario hacer oposiciones. Sin embargo, existen casos en los que algunas personas se someten voluntariamente a una oposición para lograr un puesto interesante de esos en el que uno se gana la vida holgadamente. Es el caso de un conocido columnista que se pasó dos años criticando a la Unión del Pueblo Leonés y a su candidato al Ayuntamiento de León en particular. Aprobó el examen con buena nota y, como premio, fue incluido en la candidatura del PP al Consistorio de León No todo el mundo entra en política por oposición. Algunos lo llevan en la sangre desde siempre. Suelen ser aún peores. Se creen los más listos, los más guapos, los más inteligentes. Cuando llegan a la cima de sus deseos, quieren ser obedecidos ciegamente. No confían en nadie, quieren ser únicos en tomar decisiones. Es el caso de un máximo dirigente de la UPL, que dirigió el partido a capricho hasta que un día, sus subordinados se rebelaron, queriendo democratizar el partido. Decepcionado y enfurecido, abandona el partido y crea otro nuevo. Desde entonces no ha parado de llamar traidores y sinvergüenzas a los que fueron sus compañeros. Jamás ha explicado porque éstos son traidores y sinvergüenzas, ni lo dirá, tal vez porque el traidor y sinvergüenza sea él. Todavía hay otra tropa de políticos aún peores. Por ejemplo, unos que, siendo miembros de la UPL, consiguieron cargos importantes como ser alcaldes. Alcanzar esos cargos les ha hecho creer que eran los mejores, los más capaces, imprescindibles. Querían subir más arriba, creían que se lo merecían más que otros; chantajearon al partido con su marcha si no recibían lo que pedían. No lograron su propósito y se fueron, la UPL ni quiere, ni paga traidores. Seguramente hubieran seguido en la UPL, pero recibieron una jugosa oferta de otro partido y la aceptaron. Seguramente justificarán su actitud por el bien de los ciudadanos, no por el suyo propio, faltaría más. Han hecho lo mismo que algunos leoneses hace ya más de mil años, cuando aceptaron un poco de dinero y un poco de poder del musulmán Almanzor para destruir León. Y lo consiguieron, destruyeron León, pero poco les duró el dinero y el poder. Toda esta jauría política se presentará a las elecciones el próximo día 27 de mayo. Tal vez, ante el temor de no salir elegido, alguno se retire a última hora. Su soberbia no le permitirá presentarse y no salir elegido. Se da por seguro que no habrá mayorías absolutas en el Ayuntamiento de León. Es más que probable que tampoco haya mayoría en la Diputación y tal vez tampoco en las Cortes Autonómicas. La UPL tiene posibilidades de obtener algún Procurador Autonómico en las provincias de Salamanca y Zamora más los de León. Si así fuera, los pactos postelectorales en esos tres organismos serán casi inevitables. ¿Qué hará entonces la UPL? ¿Pactará con alguien? ¿Debe pactar con alguien? Esa es la pregunta del millón. Todos los medios de comunicación opinan que pactará. ¿Va a pactar la UPL en el Ayuntamiento de León, «pidiendo cromos»? ¿Va a pactar la UPL con otro partido, como hizo el anterior dirigente las dos últimas legislaturas, recibiendo a cambio unas migajas de poder? Sin duda un pacto de este estilo con el PP o con el PSOE sería un suicidio, sería el fin de la UPL. Los actuales dirigentes leonesistas no deben pactar en el Ayuntamiento de León, Diputación o Cortes Autonómicas con políticos más interesados en sus intereses personales que en los intereses de los ciudadanos. No se puede hacer pacto alguno, dejando al margen nuestra Historia, nuestra identidad y nuestra libertad. Una libertad para que seamos nosotros mismos los que decidamos lo que queremos. Es nuestro derecho como españoles. No se puede pactar y seguir al mismo tiempo en una Autonomía que lo único que ha hecho con León es saquearlo. Según archivos y actas notariales, la provincia de León ha sido la más rica o la menos pobre entre todas las provincias de los Reinos de León y de Castilla en los últimos mil años. Todo cambió el año 1983, fecha de nuestro ingreso en la Comunidad Autónoma. Según datos oficiales de la propia Junta, en estos pocos años, la provincia de León, así como las de Salamanca y Zamora han pasado a ser las más pobres de la Comunidad, mientras que la provincia de Valladolid es la más rica. «Casualmente» lo que han perdido las tres provincias leonesas es justamente lo que ha ganado Valladolid. Si esto no es un saqueo, que alguien lo explique. Más de una vez he dicho que ni soy profeta, ni adivino, ni siquiera político. Simplemente, utilizando un poco el sentido común veo muy claro el cercano futuro. Si en los próximos cuatro años siguen gobernando los mismos, es decir, los populares o los socialistas (PP y PSOE en León es la misma cosa. Ellos solitos reformaron el estatuto que seguirá saqueando León), al final de la legislatura, año 2011, las tres provincias leonesas, no sólo serán las más pobres de la Autonomía, sino de toda España (ya casi lo son hoy) y Valladolid será la más rica de España. Si esto no es saqueo, que alguien lo explique. Y si siguen gobernando los mismos de siempre la siguiente legislatura, ocho años, la ciudad de Valladolid tendrá más habitantes que toda la provincia de León. Pero aún pasarán cosas peores. Tal como han denunciado algunas personas, yo entre ellas, la Junta ignora la Historia de León e impide que se estudie en las aulas. Para la Junta, el Reino de León no ha existido y si no ha existido, hay que eliminar toda huella de identidad leonesa hasta hacerla desaparecer de nuestras calles. Así, la calle Ordoño II y otras con nombres de personajes leoneses, llevarán los nombres de Castilla, Villalar o cualquier personajillo castellano. Al tiempo.

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