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EL BALCÓN DEL PUEBLO

Agujero negro en el Ayuntamiento

Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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LA CAMPAÑA electoral de las municipales y autonómicas discurría en León por terrenos completamente propagandísticos y trillados. En esta ocasión, todavía más que en las anteriores, los candidatos de los dos principales partidos se afanaban más por descalificar al contrario que por convencer al votante con argumentos consistentes. Las visitas de dirigentes nacionales acentuaban ese carácter de la campaña municipal, a la que insisten en presentar como «primarias». No llegan como soporte a los candidatos locales y autonómicos, sino como brujos alrededor de la hoguera nacional. Hasta la fecha todos han traído un discurso que vale lo mismo para León que para Granada. Sin embargo, se ha producido un hecho que ha venido a romper la monotonía de la campaña y la estrategia publicitaria de los partidos. Y ese hecho ha sido el anuncio por parte de Samuel Rubio de la posible suspensión «in eternis» del Festival Internacional de Órgano «Catedral de León». Iba a cumplir las bodas de plata y puede morir en plena juventud. ¿Causa?: El Ayuntamiento adeuda a la organización 192.000 euros desde hace dos años. Este anuncio ha valido no sólo para recordar la deuda que reclama el canónigo «Chantre» de la Catedral, sino también que el Ayuntamiento de León debe dinero a «todo quisqui», por un importe desconocido -al menos por mí- , pero que se listan en rojo en varios miles de millones de las antiguas pesetas. Ese es el principal problema del Ayuntamiento de León. Todo el mundo sabe que la causa, al igual que en Villablino, está en una plantilla superinflada. Los partidos que concurren a las elecciones podrán prometer lo que quieran, pero si no tienen una solución para enjugar la deuda del Ayuntamiento, sus promesas carecerán de fundamento. El ejemplo más claro ha sido la reciente firma por parte de Mario Amilivia de una promesa de compra del Teatro Emperador. Como no tienen dinero para pagarlo, no puede rubricar una compra efectiva. Lo que suscribió fue la publicidad de una promesa de compra futura, sin precio conocido, advirtiendo que el dinero lo tendrían que poner Caja España, la Diputación Provincial, la Junta, el Ministerio de Cultura y el «sursum corda». Es decir: disparaba con pólvora ajena. Cualquier padre de familia o empresario que actuara así sería calificado de estafador por comprar sin tener dinero para pagar. O por gastar lo que no tiene. Pero en el caso del Ayuntamiento de León, o en el de Villablino y algunos más de esta provincia, parece que está permitido ser completamente irresponsable y adulterable. Y gastar lo que no se ingresa. Para que tengan alguna credibilidad los programas electorales que ofertan los candidatos al Ayuntamiento de León, es indispensable que los partidos políticos pongan en primer lugar cómo se soluciona el agujero negro financiero del consistorio. Ya va siendo hora de que el Ayuntamiento esté al servicio de los ciudadanos, y no como ocurre ahora: que la ciudad esté al servicio del Ayuntamiento.

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