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Publicado por
EDUARDO CHAMORRO
León

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NO ES de extrañar que más de mil africanos hayan llegado a Canarias en sólo cuatro días. Las marinas y armadas de los viejos tiempos ya no son las reinas de los mares. Un reportaje reciente sobre cayucos y patrulleras se permite esta observación: «Si los inmigrantes quisieran hacer frente a la patrullera, bastaría con que enfilaran el cayuco contra ella, a modo de torpedo, dado que la dura madera de la que están construidas las barcas atravesaría el casco de fibra del barco español». Como el Ministerio de Defensa no ha desmentido, ni matizado, el ciudadano español puede imaginar que una parte de sus impuestos financia una escena de alta mar con cayucos que, a la manera de arpones, podrían atravesar los barquitos de nuestros muchachos como si fueran de mantequilla. El Ministerio de Defensa británico tiene menos pelos en la lengua o mas funcionarios puestos a leer y a escribir sobre lo que se dice de sus cosas. Y una de esas cosas fue el incidente en aguas de territorialidad dudosa que acabó con un número de marinos británicos en manos de los Guardianes de la Revolución iraní. Un comunicado del mencionado ministerio ha hecho publico que el navío nodriza de aquellos marinos, el HMS Cornwall, no fue capaz de despachar un helicóptero de ayuda y rescate hasta veintidós minutos después de que perdiera el contacto con la patrulla secuestrada. Concernidos e implicados han puesto el grito en el cielo y preguntan qué es lo que está pasando. Y así se ha hecho público que de los 49 destructores y fragatas que estaban en activo durante la guerra de las Falklands/Malvinas, se ha pasado a la escuálida cifra de veinticinco, sin que se pueda decir que ya no va a haber mas reducciones, pues el programa para la renovación de la lucha antisubmarina se está desarrollando al mismo ritmo que en la década de los Veinte. Mientras tanto, en la otra punta del mundo, Japón cuenta con 54 buques equipados con cañones, misiles, torpedos y cargas de profundidad, y 18 submarinos. China dispone de 58 submarinos y 71 destructores y fragatas. Y en España, no parece que el ritmo de sus astilleros militares sea frenético, precisamente.