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Publicado por
JOSE LUIS MEILÁN GIL
León

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METIDOS ya en la carrera electoral en municipios y la mayoría de las Comunidades autónomas parece que se tienden a considerarlas como antesala de las generales. La suposición quizá tenga consistencia en cuanto a las autonómicas. Extenderla también a las municipales constituye un síntoma de una visión dual del país, que ni debiera alimentarse, ni adelantarse. Las diferentes elecciones tienen su razón de ser. No han de ser clónicas por necesidad. Es indudable que las siglas del partido político constituyen una referencia, en las que ideología y disciplina orientan el voto. Pero la naturaleza de unas elecciones, que se llaman con propiedad locales, parece reclamar una atención todavía más acentuada a las personas: equipos y líderes. La proximidad caracteriza al gobierno local. La índole de los intereses y aspiraciones de quienes son vecinos permite distinguirlas de otras de carácter más amplio y también más profundo y a los electores alinearse ante las urnas de manera diferente que en las generales. La cercanía de electores y representantes vitaliza la democracia. El vínculo local es una tradición entre los políticos franceses, como han certificado los candidatos a la presidencia de la República. El sistema británico, de representación uninominal y mayoritario por cada distrito, cumple la misma función y explica que Blair lo haya escogido para anunciar su despedida. No existe un sistema electoral valedero para todas las situaciones. Personalmente defendí, en sede parlamentaria, el proporcional para las generales. Respondía a la convicción de que con ello se contribuía a la nueva convivencia que inaugurábamos con ilusión en nuestra larga historia. Lo introdujimos en la Constitución, aunque sea discutible, para blindarlo. Una prueba del acierto al pronunciarse por ese sistema es que sus opositores no hubiesen tenido representación en las Cortes constituyentes con el mayoritario que defendían. Dentro del sistema proporcional corregido en vigor cabe una variedad de soluciones. Las coaliciones de gobierno son legítimas. Unas veces funcionan a satisfacción y otras se rompen. Ejemplos tenemos. Tanto para lo positivo como para lo negativo, el factor personal es más determinante en el ámbito local. Que gobierne la lista más votada, aun sin haber alcanzado la mayoría absoluta, es una posibilidad igualmente comprobable. Por lo que concierne a los Ayuntamientos no tengo tan claro, en cambio, que el sistema proporcional sea el más adecuado. Los programas de gobierno han de ser, por el propio ámbito a que se refieren, muy concretos. Fáciles, por tanto, de fiscalizar por la leal oposición. La confianza ganada por mayoría puede ser de más fácil retirada por un electorado que comprueba a diario y en lo pequeño el grado de fidelidad a lo prometido en la euforia de la campaña electoral.