De la política a la nada
El sentimiento del miedo no es libre Lo aprenden los jóvenes en el bachillerato: sólo podemos ser libres ateniéndonos a unas reglas de juego. También saben que es importante que esas normas hayan sido construidas con la participación de los afectados para que se consideren democráticas. No deben de saberlo en muchos de los pueblos de nuestras comarcas leonesas, donde el voto libre tiene aún que enmascararse y superar una serie de asedios que las más de las veces acaban en el desánimo. El arma utilizada contra el ciudadano libre es el miedo, el amedrentamiento, el chantaje, la amenaza manifiesta o velada. En un reciente artículo sobre el fraude electoral, José Ignacio Wert diferencia entre dos formas de caciquismo: el tradicional, que consiste en la manipulación por procedimientos indebidos del voto de los ciudadanos, de ella se afirma que está en retroceso. La otra forma de caciquismo es la de los resultados, que define como la existencia de condiciones ambientales que dirigen el voto en una dirección determinada (concentración del voto en un solo partido, ausencia de candidaturas en competencia). Neocaciquismo o neopopulismo en suma. En el caso de algunos municipios leoneses se aprecia claramente este neocaciquismo, en donde persisten esos «señores de presión cuyo poder se cimienta en su capacidad enladrilladora». Pero en otros, quizás los menos, sufrimos a mayores el caciquismo tradicional que presiona, fuerza, asedia, controla y amenaza, y en ocasiones hasta castiga. Esta forma de caciquismo que según el citado sociólogo es residual y sólo se detecta en los márgenes del sistema, pervive en pequeñas poblaciones realmente muy marginadas. El miedo es una característica de los márgenes, porque en ellos se infringe la norma construida con mayor facilidad. La fuerza bruta sabe cómo silenciar las bocas. Las bocas no han sabido hablar y ahora son de la tercera edad con servicios precarios. Las artimañas son variopintas, innumerables. En estas poblaciones es tradicional que los candidatos acudan a las viviendas de los votantes y entreguen el voto en mano, explicando de palabra su programa. En las últimas elecciones había un matiz de color diferente en los sobres de uno y otro de los partidos candidatos. El miedo se manifestaba en que el alcalde de turno se percatara de la coloración del sobre, lo que ya echaba para atrás a unos cuantos... Dado que conviven y se estimulan las dos expresiones del caciquismo descritas, la de los procedimientos con la de los resultados, es improbable que nadie, en ninguna mesa electoral, se atreva a denunciar las visitas de última hora, ya en jornada de reflexión, puede que cayendo la noche, del candidato de turno. Tampoco denunciará el merodeo intimidante que se realiza en la propia jornada electoral, intentando modificar voluntades, cambiando sobres que se vigilarán hasta ser depositados en la urna. Ni las artimañas con las papeletas, equivocándolas o mezclándolas. O las arterías que se realizan en los recuentos... En Santiagomillas, por poner un ejemplo, los votos para las juntas vecinales de los distintos pueblos que componen el municipio se señalan con un matasellos que permite reconocer a qué junta se destina el voto. La gente se malicia de que el cuño se coloca de forma intencionada en un lugar o en otro del sobre y con una u otra orientación con el fin de poder identificar al votante. Eso cuenta el miedo cuando se le pregunta. Avatares propios de una sociedad rural liberada, sobreintegrada en el sistema, con una calidad de vida envidiada por algunos foráneos que desbordan sensibilidad, esperemos que algo más que enladrilladora. Eloy J. Rubio Carro (León). Funcionarios y ciertos abusos Quiero escribir esta carta para denunciar públicamente la prepotencia del gerente de Atención Primaria, el señor Burón Llamazares. Soy médico en la ciudad de León y me sentí humillada y maltratada personalmente por este señor, pienso que no todas las personas pueden desempeñar un cargo público en Atención Primaria si no están capacitadas para escuchar, resolver y lo más importante, argumentar lo que se le consulta, pues el señor Llamazares mostró un claro abuso de poder hacia mi persona, ya que en todo momento intentó quedar por encima. Deseo que con esta carta, dicho gerente se dé por aludido y cambie de actitud hacia el colectivo médico, ya que cuando gente como yo vayan a hablar con él, no es normal que con tanta superioridad te diga: «Es que soy inspector médico por oposición» o «Me está haciendo usted perder el tiempo». Tras 30 años de profesión, nunca me había encontrado en una situación como ésta. Pienso que estos puestos, que al fin y al cabo nos representan a todos, deberían ser revisados a fondo, ya que si las personas que los ocupan no pueden gestionar con sencillez y humildad el cargo, es mejor que lo dejen en manos de otras que tengan ganas de ayudar y de resolver los problemas de los demás. Isabel García (León).