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Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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EN LOS PAÍSES aproximadamente desarrollados la gente se pone en cola para que le salven la vida en un quirófano, pero en Afganistán hay lista de espera para morir en mitad de la calle. Las tres Parcas están pasando allí una larga temporada y la verdad es que no les falta trabajo. Aunque fueran engendrados en la noche, siguen vistiendo túnicas blancas tanto Cloto, como Láquesis y como Atropo, que es la más pequeña de estatura, pero la que tiene más mala leche. Además es dueña de unas tijeras con las que corta el hilo de la vida. Los griegos de la antigüedad, que son los únicos griegos, estaban convencidos de que el propio Zeus estaba sometido a sus malévolos dictámenes. Ahora creemos que Zeus, que podía blandir el rayo, es el presidente Bush y que el Olimpo está en la Casa Blanca. En Afganistán hay unos 2.000 voluntarios dispuestos a morir para atentar contra los soldados de la Otan o bien del Gobierno afgano. Todo un ejército de hombres bomba, que han olvidado eso de que la misión de un buen soldado no es morir por su patria, sino hacer que muera el soldado de enfrente por la suya. Los combatientes suicidas no llegan a veteranos. Cascan a las primeras de cambio. Los hechiceros, que son un linaje imprescindible en todas las religiones, les han convencido de que lo van a pasar colosal en el otro mundo, una vez que se junten sus pedazos, dispersados por los explosivos que se atan a la cintura. Están persuadidos de que en el más allá, aunque pille un poco lejos, hay un todopoderoso juntacadáveres que les va a dejar como nuevos y en estado de revista. ¿Quién puede luchar contra los que aspiran a morir matando? La proporción es muy desigual: los terroristas mueren ellos solos y se llevan por delante a muchos. Que Alá nos coja confesados. 1397124194