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TRIBUNA

Navarra podría ser víctima de un «anschluss»

Publicado por
ENRIQUE CIMAS
León

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POR SU ACREDITADA capacidad para ejecutar proyectos de desarrollo y bienestar social, como cultura -enseñanza en particular-, fomento del empleo y avance industrial, por su habilidad para promover empresas orientadas, repito, al bien común; por el respeto a su acervo de tradiciones, monumentalidad, recursos naturales y defensa de singularidades estatutarias, por todo eso, se dijo hace años en nuestro país que había que navarrizar España. Era sin duda una expresión feliz, a la vista del ejemplo que ofrecía la Navarra del Baztán, la Cuenca, la Ribera, y los rescatados eriales -ahora campos de espárrago- de Las Bardenas. Era también, aquel deseo de navarrización, un requiebro a la casta moral de los tataranietos de «lo» de Roncesvalles, en unos momentos, además, en los que se registraba en el resto de España un cierto reagrietamiento en la vieja piel de toro (las grietas ya habían sido abiertas por las fiebres megalómanas de Sabino Arana y otros nacionalistas periféricos). Aquella estampa navarra de progreso y unidad, de patria acuartelada y abroquelada en el Escudo Español, signo de amor a España, dieron lugar entre otras cosas más importantes, a un artículo memorable de Rafael García Serrano, texto que sintetizo en este párrafo: «El ánimo tranquilo de Navarra se debe a la condición pacífica y cristiana de la tierra, que sabe encajar con alegre paciencia las más adversas circunstancias, y aun cogerlas por los cuernos -como a las vaquillas riberas-y hacerles morder el polvo, con fuerte brazo y la ayuda de Dios». Ahí, en ese escrito del autor de La ventana que da al río , se compendia el carácter y orgullo de una raza, pueblo paradigmático sometido a una prueba durísima en estos momentos. ¡Ojalá la cita de Rafael resulte profética, de buen augurio!, porque el escenario que ahora mismo ofrece «la cuestión navarra» es para preocupar, y mucho, al resto de los españoles. Para preocuparnos, y para rezar. Evitado un nuevo encausamiento de Arnaldo Otegui, excarcelado y hospitalizado con inusitada largueza De Juana Chaos, admitidas -por centenares- las listas de Acción Nacionalista Vasca y olvidado, que ha sido, el bombazo con víctimas mortales en la «T-4», ahora «toca» despejar la incógnita de Navarra. Si nos atuviésemos a lo dicho por Alfredo P. Rubalcaba, febrero 2.005, en la presentación del Plan Ibarreche, cuando sentenció : «Señor lendakari, estamos aquí (¿) porque no tenemos miedo al debate ni al dialogo. No lo hemos tenido nunca, no tenemos miedo a nada ni a nadie, señor lehendakari; ni siquiera a los violentos (¿) una parte de los cuales, señor lehendakari dio su apoyo al proyecto que discutimos aquí» (¿ ) , si estuviéramos a eso, repito, no habría en el presente (salvo que en el interregno hayan transcurrido centenares de años y producido demoledores ataques de amnesia), no debía preocuparnos, digo, el futuro inmediato del asunto, ya que -asevera Rubalcaba implícitamente- a la intervención de terroristas en materia de pactos, ni caso¿ Pero no, la realidad terca nos previene de que Nafarroa Bai (aglomerada por Aralar, Eusko Alkartasuna y PNV) más el Partido Socialista, y más Izquierda Unida, ofrecerían una suma superior a la que puedan mostrar, el próximo día 27, Unión del Pueblo Navarro y sus aliados de Juan Cruz Alli (CDN). Realidad de devastadores efectos para la Comunidad Navarra, que pasaría -glorias, fueros, y memorias- a integrarse en la Comunidad Vasca, siempre en el supuesto de que los socialistas actuasen como caballo de troya de la nueva situación pasándose, con armas y bagajes, de su tradicional política «Navarra es sólo Navarra», a las tesis fagocitadoras de Batasuna y su A.N.V., por la vía de tejemanejes, como aquellos de los que abominaba (?) Rubalcaba, con relación a las pretensiones del lehendakari. Es decir, una reedición del anschluss. ¿Que qué es eso del anschluss ? Recordarán ustedes que Hitler, el depredador de Europa que, no obstante su voracidad incontenible, había llegado al poder por unas elecciones legales, ordenó en 1938 la puesta en marcha de un anschluss -palabra alemana que quiere decir anexión- sobre Austria, su país de origen. Un brutal golpe de Estado llevado a efecto por los nazis -con referéndum amañado, incluido- que contó con fervientes unanimidades y alianzas entre partidos, en especial con el Nacionalsocialista de Austria, dócil sucursal política del Führer. Fraude que tuvo (para los cancilleres de una amedrentada Europa, con los testes en la gola) apariencia de licitud. Y que finiquitó -sic transit gloria mundi- como sabemos: con el desprecio de todos, no muchos años después. Al entrar los aliados en las que fueron románticas tierras de Sissí y Francisco José, se constituyó en Viena un gobierno provisional, que enterró el «Anschluss Osterreichs», entre los parabienes, el reconocimiento y el respeto del mundo democrático y occidental. Quedaba, eso sí, para las generaciones presentes y futuras un Museo del Holocausto; o lo que es lo mismo, la constatación terrible, patética, de que había existido un tiempo en Europa en el que la locura, el fanatismo y el terror, «eliminaron» ¡más de seis millones de seres humanos!... Volviendo a Navarra, existe, todavía, un hálito de esperanza: puede que los navarristas alcancen, quién sabe, la mayoría que precisan para que Navarra siga siendo Navarra. Es posible. Dios lo quiera. También es humanamente factible que muchos socialistas que aman a España y a la democracia, versus Rosa Díez, con sólidas convicciones, y amantes de la justicia y la convivencia de todos los españoles, compartan el mensaje contenido en estas palabras del presidente de los navarros, Miguel Sanz: «(¿) La singularidad y la personalidad de nuestro pueblo se forja también con el abrazo respetuoso del resto de los españoles, con los que compartimos, más allá de de nuestras especiales señas de identidad política, una historia y cultura comunes, un devenir político común y una voluntad de ser mejores día a día» (¿). Aunque, por si acaso los imponderables, yo envío desde León y en este mes dedicado a la Virgen, una oración a Santa María la Real, patrona de Navarra, cuya preciosa imagen destaca en la catedral de Pamplona, rogándole por Navarra y los navarros. Y para que ilumine a los responsables de los distintos estamentos de la cosa pública que teniendo la obligación de hacer las cosas bien, no lo cumplen.