Diario de León

LA VELETA

Elecciones en la estratosfera

Publicado por
XOSÉ LUIS BARREIRO RIVAS
León

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ESPAÑA, que va bastante bien para los que los que vivimos dentro, y que es como un milagro para los que nos envidian desde fuera, tiene un problema muy grave con su clase política, que, en el momento de hablar de Europa, de la paz, de la segunda modernización de nuestras ciudades, de nuevas infraestructuras y servicios y del bienestar de los ciudadanos, están centrando sus debates en la España de las taifas (siglo X), en la preguerra civil (principios del siglo XX), en la venta de Navarra a ETA (no consta en ninguna Historia) y en el sempiterno «tú más» que sirve de argumento a los debates de la infancia. Reconociendo que el PP y la COPE se llevan la palma en este escaparate de despropósitos, y que sería muy justo hacer una excepción para el inteligente y comedido Llamazares, se puede decir grosso modo que todos los partidos están contribuyendo a este bochornoso espectáculo, y que son los periódicos y tertulias de Madrid los que adoban tanto despropósito con una ignorancia y una mala baba que raras veces se encuentran en la periferia. Aunque mi visión de la trifulca política es comprensiva y generosa, y a pesar de que estoy convencido de que el sainete madrileño sólo prende en los ambientes de la Corte, estoy empezando a pensar que hemos cruzado todas las líneas rojas de la estupidez y la deslealtad, y que, teniendo en cuenta la fuerza brutal del sistema mediático, empieza a haber mucha gente que cree que el Gobierno es aliado de ETA, que la venta de Navarra sólo está pendiente de la concesión de un crédito hipotecario -de la Caixa, ¡faltaría más!- a Batasuna, y que las hordas marxistas ya se están armando -vía Pekín o La Habana- para enfrentarse a las falanges del fascismo. ¿Cómo se explica esto? ¿Cómo se crea un conflicto sin ninguna base objetiva? Las respuestas pueden ser muchas, pero entre ellas hay que registrar el refrán que nos recuerda que «el que no tiene qué hacer, busca». Porque no hay peor cosa que tener una clase política ociosa que, arrastrada por un tren que progresa a gran velocidad y con los indicadores básicos garantizados por la UE, puede montar elecciones que sólo sirven para dirimir un problema ficticio y de contornos irracionales. En tiempo de vacas gordas no nos va a pasar nada por el hecho de estar representados por una caterva de ignorantes. Pero España no puede permitirse el lujo de tener una clase política sin discurso, sin capacidad de diálogo y sin un paradigma político que oriente su gobierno. Porque todo este ambiente pasaría de bochornoso a venenoso si cambia la coyuntura económica o política de Europa. Y porque no se pueden derrochar tantas oportunidades para sacar un concejal más en Guadalajara. Por ejemplo.

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