Diario de León
Publicado por
MIGUEL A. VARELA
León

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NI LOS MÁS veteranos en estas lides del mayo electoral recuerdan en Ciudad del Puente una campaña tan sosa, tan alicaída, tan previsible, con tan poca tensión dramática en lo local y tan histriónica en lo nacional, que aún hoy habrá ciudadanos buscando entre las papeletas del colegio la de Zapatero y su 14-M, la de Mariano Rajoy y su España quebrada, incluso la de José María Aznar y sus gracias de adolescente que se pasó con el Ribera, aunque quizá esto siempre ha sido así pero tenemos la suerte de no acordarnos, de habernos olvidado que hace cuatro años estaban con lo del Prestige y lo de Irak y se mezclaba todo con glorietas, y palacios de congresos, y pistas de patinaje, y empleo, tanto empleo que en este lado del Manzanal no se cabría con semejante demanda de mano de obra asustada y barata; pero el caso es que las únicas tormentas reales de este mayo ruidoso las ha puesto la climatología y la lluvia caliente de primavera se ha ido llevando las promesas de última hora, los piropos toreros al presidente poco antes de acabar la campaña, las cañas gratis para la peña, los gritos nominales y los exabruptos pronominales..., todo se ha ido ya por los desagües de la indiferencia frente a un panorama local en el que no se atisban grandes sorpresas y en el que lo más interesante empieza esta misma noche, a la hora de administrar las derrotas y repartir las responsabilidades de las pérdidas; a la hora de las explicaciones y los finos análisis; a la hora de buscar el cha-cha-cha que tuvo la culpa de todo. El caso es que tan soso está este mayo electoral que vuelvo al mismo final de cuatro años atrás en este mismo hueco: un fundido a negro ambientado por Zeca Afonso: «¿ O povo é quen mais ordena¿».

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