EN BLANCO BURRO AMENAZADO
SOS elecciones Rapaces prolíficas
GRACIAS a Dios, ya pasó el susto. Porque en España, las distintas convocatorias electorales, sean para elegir presidente del Gobierno o un simple concejal de jardines, se han convertido en una lucha de gladiadores que deja al personal como atontado y pidiendo la hora, además de aturdido ante la catarata de promesas nacidas para ser incumplidas y una subasta de méritos que recuerdan a las maniobras trileras que se dan en esas tómbolas donde el producto estrella son los entrañables perritos-piloto. Si uno se compromete a hacer un barco-bus por el Bernesga, el contrario no se queda atrás y habla con toda seriedad de su proyecto sobre un carril-bici que llegaría, así a ojo de buen cubero, desde Papalaguinda hasta el centro de Manhattan. La única propuesta novedosa de la campaña nos ha llegado desde tierras belgas, donde la candidata al Senado Tanja Derveaux ha prometido una ración de sexo oral individualizado para cada uno de sus votantes. La idea me parece interesante, pero veo difícil que pueda llevarse a cabo en España. Se imaginan llegar a casa de noche y encontrarse en el portal con un tipo que lleva la boina calada hasta los ojos, gafas de espejo y una gabardina de exhibicionista que abre y cierra igual que un abanico. Y sin más, te espeta: «¿Quiere que le explique mi programa?». Todo ello dicho mientras se agacha y abre una boca que te recuerda al Tiburón de la película. Naturalmente, te entra la tiritona y llamas a la brigadilla para que enchirone a semejante crápula. Pero no, estás muy equivocado, pues no es que sea un degenerado, ni siquiera que le guste tomar la Coca-Cola a rebanadas, sino que se trata de un honesto político trabajándose el voto popular. Ya lo predijo el clarividente Julio Anguita: programa, programa y programa. EN EL CAMPO, abundante comida, bienestar físico de los adultos, buena reproducción y alto número y supervivencia de los descendientes van de la mano. Esta primavera, de gran cosecha y tremendo manto verde en el secano de Los Oteros, Páramo y Tierra de Campos, hay muchedumbre de topillos campesinos, los colicortos y chatos roedores que se refugian en sus galerías cuando pateas las cunetas. En contra del presagio de que engullirían las cosechas, ni hay daños reseñables en el labrantío ni necesidad de envenenarlos pues, al final, ellos mismos controlarán su alta densidad, cambiando el celo heterosexual por el homosexual y la agresividad conespecífica y volviendo a poblaciones bajas en los herbazales más húmedos. Las rapaces y las cigüeñas se dedican a forrarse comiendo topillos en los campos. Como consecuencia, los nidos tienen alto número de puesta. Los aguiluchos que anidan en el suelo, el pálido, el cenizo y el lagunero, presentan de 5 a 9 huevos por nido, más que nunca. Lo mismo ocurre con las especies que crían en agujeros y bajo las tejas de las casas y el cernícalo vulgar, el cernícalo primilla, la lechuza y el mochuelo, ofrecen números de puesta muy altos. Otra especie que este año prolifera es la lechuza campestre, con sus orejillas de pluma, alas pardas de puntas amarillas y negras y vuelo algodonoso sobre los eriales, anidante también en tierra. El otro día, en la Dehesa de Coomonte, al sur de Matadeón de los Oteros, entre avutardas, perdices, ortegas, alondras y calandrias, vimos un grupo familiar, ya volandero, de nueve pollos que acompañaban a la pareja de adultos. Otro mamífero que sincroniza su abundancia con los topillos es la liebre. Está criando de maravilla, pero las garrapatas de los pequeños topillos infestan también a las rabonas y probablemente volverá la tularemia. Tripa llena alaba a Dios, comenta el populacho. Las rapaces no están de elecciones: en vez de promesas, el llano es una generosa mesa puesta.