LA VELETA
El final de la familia
NO LO afirma ningún fanático extremista o retroconservador, lo viene a decir, con números en ristre, nada más y nada menos que Euroestat, la oficina estadística de la Unión Europea. En un par de décadas de nada, un soplo temporal, España será el país mas viejo del mundo. De la Arruga es Bella , pasaremos a la Arruga como Insoportable Condición del Ser. Que nadie piense en irresponsable alarmismo; se trata de una proyección científica salida del frío saber demográfico. Desde hace una treintena de años podemos controlar la natalidad, administrar las consecuencias del amor en los tiempos de cuelgue y constituir familias a la carta. Resultado: cada vez menos hijos, menos parejas estables, menos familias extensas, pocas nucleadas, muchos viejos o maduros a punto de serlo, para un desolador panorama después de la aventura. Es lo que hay. Que nadie acuse a nadie ni tire la primera piedra; en todas apartes cuecen habas, que la modernidad invadió todos los rincones de la sociedad. Hoy existimos porque hubo un tiempo que una pareja lo decidió así y cargó por ello. En el mejor de los casos por amor, o quizás en un desliz de sexo arrebatado, o bien por irresponsabilidad o desconocimiento. Profetas con causa, pocos y elegidos; aunque felices y fértiles empecinados en la tradición, haberlos hubo. Pero aquí estamos, dando guerra y llevándonos cada vez peor. El caso es reaccionar, ver el presente con la máxima objetividad y entender que esto se acaba. Que la comunidad agoniza en una trayectoria decadente de difícil reversibilidad. La familia se hunde, estamos viviendo de las rentas de los mayores, de los ridiculizados por guiarse por ideologías y pensamientos antiguos. Ellos y ellas sostuvieron la población, la vida, las bases vitales de la posibilidad de historia real. Ahora los prepotentes, siempre ignorantes y desinformados, alegarán que ya vendrán inmigrantes para la repoblación humana y los cuidados en los momentos de la decadencia final. No miran que se están vaciando las bolsas de natalidad internacional; que no vendrán gentes, dóciles y baratas, para hacer de mansas clases bajas para reparar nuestra esterilidad objetiva. Nadie mira de frente. Los responsables públicos no saben ni contestan; temen que los tachen de reaccionarios. Los demás, desconcertados y sin saber que hacer, preparándose para la resignación. Vívase el día a día, olvidémonos de los presagios lúgubres. Ya se arreglará; quizás lo haga el ayuntamiento, la diputación o quien corresponda. Es un asunto demasiado complicado; mejor mirar para otro lado.