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DESDE LA CORTE

El alivio que vino del exterior

Publicado por
FERNANDO ÓNEGA
León

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NO ESTÁBAMOS acostumbrados a este movimiento de política exterior. Si algo caracteriza a la política de Zapatero ha sido la escasez de actividad diplomática de altura. Algunas de las misiones más importantes fueron «adjudicadas» a la Corona. Moratinos y su equipo han tenido que desarrollar un trabajo entre bambalinas, muchas veces condicionado por misiones urgentes a los países exportadores de cayucos. Y el presidente, que empezó con aquella célebre foto con Chirac y Schröder, se ha encontrado de pronto en soledad. Para completar el cuadro, los contactos más visibles han sido con Hugo Chávez, Evo Morales y el régimen de Castro. Todo eso dejó una imagen de país medio aislado con una política exterior plana, cuando no tercermundista, como le gusta decir a la prensa más conservadora y leer, quizá inspirar, a don Mariano Rajoy. Por eso estos dos últimos días parecieron brillantes, por el mero hecho de que Zarkozy y Condolezza Rice hicieron «la visita del médico». Cuando una botella de vino está vacía, sacarle una copa es un prodigio. No hay más que ver la cara de Zapatero: tiene una sonrisa más abierta que el día que derrotó al PP. Está más contento que si le hubiera tocado la primitiva. Hasta parecía que los ilustres visitantes le hacían hablar mejor en la rueda de prensa. Le sienta bien un baño de grandeza exterior, cuando está metido en tanto charco de la cloaca interior. La verdad es que quien no se entiende con nuestro presidente es porque no quiere. Todas son facilidades. ¿Quién nos iba a decir que este ZP que ahora acepta un tratado breve de Constitución Europea es el mismo que defendió con ardor misionero el texto anterior? Pues creo que va a poner la misma pasión. En cuanto a la política antiterrorista, ha dado con un señor, Sarkozy, que es la cortesía en persona, y se limita a prometer su apoyo, sin entrar en lo que menos le gusta, que es el diálogo con esa tropa. Creo que esa faceta se le reserva para las conversaciones familiares de este fin de semana con Ruiz Gallardón. ¿Y la señora Rice? ¡Ah, ésa es otra historia! Condolezza es la ruptura del hielo, el fin de cuarenta meses de lejanía y despecho. También el final de una ficción. Los rencores de Bush tienen más de orgullo herido por la bandera y la retirada de tropas que de falta de relación entre los dos países, que sigue siendo tan fluida como en los mejores tiempos de Aznar. Que la gran queja de la señora Rice sea nuestra relación con Cuba no deja de ser un alivio en medio de tanta tormenta. Al menos, ahí tenemos el consuelo del pobre: España podrá no hablar con la disidencia castrista, pero Bush tiene la vergüenza de Guantánamo. Puestos a hurgar en heridas, nosotros lo podemos hacer mejor .

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