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León

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Agradecimiento al Hospital del Bierzo Quisiera aprovechar la oportunidad que me brinda el director de este medio de comunicación para expresar, en nombre de mi familia, nuestro profundo agradecimiento y dar las más sinceras gracias tanto al personal de urgencias, como al de la uci, así como al equipo de Urología y a las enfermeras/os encargadas/os del mismo (3.ª planta), por el exquisito trato humano y excelente quehacer profesional con que han ayudado a nuestro padre a superar un grave problema de salud durante el mes de mayo. Sé que la finalidad de unas líneas escritas difícilmente pueden transmitir el sincero sentimiento de gratitud del que hablo. Pero creo que es una forma de hacerles llegar nuestro mensaje de forma conjunta, aunque a alguno de ellos ya se lo hemos hecho llegar personalmente. Estos días de permanencia en el Hospital del Bierzo, me han dado la oportunidad de comprobar, «in situ», algo que ya sabía: tenemos en la Sanidad los mejores profesionales, a los que más y mejor formación se les exige para ejercer, los que se dedican a uno de los quehaceres más humanos¿ Pero también he podido comprobar la enorme carencia de medios, la insoportable saturación de trabajo y la incomprensión de algunos usuarios del sistema. Especialmente dramática es la situación de urgencias donde el trabajo los desborda, no hay sitio para ubicar a los enfermos y los que acudimos desde fuera a este espectáculo de enfermos hacinados en los pasillos y constante agobio a los profesionales nos preguntamos cómo son capaces de atender a los pacientes con tanta profesionalidad. Quizás la conocida expresión dedicada al Cid: «¡Oh Dios, que buen vasallo, si oviera buen señor!»; no puede encontrar mejor acomodo que para describir la situación en la que desarrollan su trabajo estos grandes profesionales. Solamente que aquí los auténticos señores son los profesionales sanitarios, y los puestos políticos son los vasallos de intereses que poco o muy poco tienen que ver con el bienestar de los ciudadanos a quien dicen representar. Sirva, pues, esta carta para recordar a los representantes públicos que cuiden y atiendan las demandas de estos profesionales, sólo así los ciudadanos podremos estar satisfechos de comprobar que reciben lo que moral y materialmente les corresponde, porque se lo ganan, sobradamente, cada día. José García Fernández (Ponferrada). Las leyes de los padres Para un padre o una madre, la primera ley es sus hijos. Cuidar de las criaturas que han procreado, las que han arrojado a la existencia, constituye uno de sus primeros deberes. Los niños no tienen culpa de nada; les hemos hecho nacer sin su permiso. Instinto éste que enriquece y demuestra algunas claves del mundo, por otro lado bastante irracionales pues si lo pensásemos tranquilamente muchos no nos hubiéramos reproducido. El bebé puede ser un genio, un santo, ministro o gran empresario pero también puede acabar como imbécil, drogadicto, menesteroso o criminal. El destino no está en nuestras manos, casi nunca. Aunque nosotros debemos intentar prepararlo. Ese deber es tan grande que todos lo comprenden y por eso en las empresas, aunque con grave disgusto, se entiende que si los niños se ponen enfermos hay que cuidarlos. Sin embargo no hay legislación que lo arregle. En nuestra sociedad, sobre todo en las grandes ciudades, son muchos los casos en que los dos padres trabajan ¿cómo si no lograr intentar cumplir el derecho que nuestra Constitución de plástico nos garantiza con la idea de una vivienda digna para todos? Si el zagal enferma, uno de los dos ha de faltar a sus deberes laborales. En la administración, con los funcionarios, eso no es causa justificada de absentismo laboral. Resultado: como lo primero para los padres es la criatura, no queda más que mentir y simular que es el progenitor quien cayó víctima del virus o algo similar. Así van unos y otros trampeando porque las leyes no funcionan en este caso, como en tantos otros. Menos mal que la vida está por encima de la ley y en España lo sabemos bien, saltándonosla cuando el sentido común, la sensatez, lo ordena. Ilia Galán (Madrid). R. Pormiego (Ambasaguas del Curueño).

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