EN EL FILO
Cuando sean las generales
LAS ELECCIONES municipales y parcialmente autonómicas han sido para el PP un poco menos que el «tsunami» en provecho suyo que esperaban y para el PSOE ha sido algo más negativo de lo que deseaban. Ambos partidos han aguzado su capacidad de marketing y difusión mediática para que el resultado apareciera como el más favorable: si por ahora lleva una cierta ventaja el PP, los resultados de la encuesta del CIS con datos de abril sitúan a los socialistas algo más de tres puntos por delante. Así como están las cosas, el horizonte electoral para marzo -si no hay elecciones adelantadas- nos sitúa prácticamente en un inicio de campaña, del mismo modo que las municipales ya fueron consideradas por la mayoría como una primera vuelta de lo que las urnas dilucidarán en marzo. No hay reposo del guerrero, ni sobre todo pausa para los dos líderes. Inicialmente, aunque con la siempre ventaja de estar en el poder, el PSOE parte en condiciones menos avanzadas. Aún siendo la diferencia en votos y los logros de las municipales lo que han sido, se diría que el impacto de Madrid- Ayuntamiento y Comunidad- tiene en estos momentos un efecto muy expansivo para el PP mientras que para el PSOE el espacio ganado y la situación de Baleares, Navarra o Canarias es transitoriamente de «impasse» y su desenlace no va a tener el mismo peso que han tenido en términos simbólicos y de visualización las victorias de Ruiz-Gallardón en Madrid capital y de Esperanza Aguirre en la comunidad autónoma. Ese efecto ha llevado a Gallardón a una cierta precipitación al ofrecerse tan de inmediato para participar en la candidatura de las legislativas e imponer su hipótesis personal de centrismo en el PP de Rajoy. En el PSOE, Rafael Simancas se despide como candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid y Miguel Sebastián anuncia que ni tan siquiera tomará posesión de su escaño en el ayuntamiento de Madrid. Uno se reencuentra con la durísima brega interna de la Federación Socialista Madrileña y el otro parece perder las posibilidades de futuro político que, bajo la protección de Rodríguez Zapatero, le llevaron en su día a estar a punto de ser vicepresidente económico. La política es, entre otras cosas, resistencia y todo político tiene que estar dispuesto a alguna travesía del desierto. Ahora, para Sebastián el mañana en política es notoriamente incierto. Como decían los clásicos, «sic transit gloria mundi», mientras en la FSM las espadas continúan estando en alto -llevan así desde tiempo inmemorial- y las propuestas de renovación están muy enfrentadas. Quizás las circunstancias actuales sean las más indicadas para de una vez por todas lograr los consensos básicos que el socialismo madrileño necesita para ponerse a andar y ser alternativa real en las próximas elecciones municipales y autonómicas.