AL TRASLUZ
Amenaza
EL PAÍS Vasco debería declararse en huelga de hambre colectiva, y no estoy escribiendo desde el sarcasmo, sino desde las convicciones. Eta ha pintado un círculo rojo sangre sobre el calendario. El semblante de Rodríguez Zapatero expresaba ayer el dolor del mando. La información privilegiada debe de quemarle a quien ha intentado hallar dentro de los límites del Estado de Derecho una solución dialogada al terrorismo. Su intento le garantiza un puesto en la Historia, aunque ahora el futuro queda demasiado lejos, y nos urgen soluciones para él ahora. De momento, nuestra plena solidaridad con el Gobierno y con todos aquellos políticos que vuelven a tener su vida amenazada, con el sufrimiento que conlleva para ellos y sus familias. En el País Vasco, no sólo existe un problema de terrorismo, también de perversión de los valores cívicos, propiciada durante décadas desde cierta oficialidad. Todo ese discurso del nosotros, que sólo les incluye a ellos; toda esa mitificación de la tierra y de la lengua; toda esa verborrea victimista, esa falsa izquierda separatista, sin solidaridad ni compasión alguna, sin sentido de lo universal; toda esa ideología sin ideas, cultura inculta, Historia inventada... ¿hacia qué epopeyas tristes abocará a los vascos de bien? El País Vasco debe salir a la calle para proclamar la superioridad de la paz y de los derechos humanos. Un pueblo sólo puede construirse desde el anhelo de felicidad, la que se da y la que se recibe. Zapatero habló ayer de «delirio totalitario». Y es así. Eta y su entorno quiere imponer una nueva forma de estalinismo. La semana que viene Zapatero y Rajoy abordarán la nueva situación. El mejor Rajoy surge cuando es más él mismo, y menos otros. Ojalá haya unidad, pues la amenaza es contra la democracia.