Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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HUBO un tiempo, no demasiado lejano, en el que las mujeres duraban mucho. Entonces el mal llamado sexo débil no se debilitaba trabajando fuera de casa. Tampoco solía fumar ni beber alcohol, cosas que según algunos no favorecen la longevidad. Eso hizo posible que Ramón Gómez de la Serna dijera que todo español pasea por la calle, a la vez, con su mujer y su viuda. Ahora las cosas han cambiado de manera abrupta y muchos maridos, o amantes, o emparejados, detestan que su mujer adquiera la condición de viuda y para evitarlo la matan. La matan porque creen que es suya. Son tan bestias que se consideran propietarios de un ser humano y si éste hace algo que no les gusta, por ejemplo preferir a otro ser más humano, acuden al remedio definitivo del asesinato. Casi todos los días -en los últimos cuatro murieron tres- decide algún salvaje no tener más discusiones con su compañera, ni reprocharle su comportamiento. No quiere pasear con su viuda, sino con su difunta. Las estadísticas producen un escalofrío pasajero y sólo le ocupan tiempo a quienes las hacen. Los demás, después de decir eso de ¡qué barbaridad!, nos ocupamos de nuestras cosas. Ahora parece que el Gobierno se va a ocupar de ésta y estudia obligar a las víctimas de maltrato a declarar contra su agresor. Hay que denunciar al engreído animal que las utiliza como 'sparring'. Rara vez la agresión última y definitiva no ha estado precedida por algunos ensayos generales con casi todo. No les debe dar vergüenza declarar que son víctimas de malos tratos. El que debe avergonzarse es el maltratador. En lo que va de año van 32 víctimas de eso que llaman «violencia machista». La violencia hembrista no se le aproxima. Los hombres somos más brutos, pero no todos. Los suficientes.

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