EL RINCÓN
Por partida doble
LOS GEMELOS Kaczynski, uno ministro de Educación y otro viceprimer ministro del Gobierno polaco, han resuelto «limpiar» a la literatura, que es vida escrita, y por lo tanto uno de los ámbitos más dichosamente contaminados del planeta. Vaya par de gemelos. En lo único que se diferencian es en la corbata. En sus unánimes cabezas deambula la idea de que hay que suprimir a escritores «no recomendables», que generalmente son los de imprescindible lectura. Entre ellos a Goethe, a Dostoievski y a Kafka. Los hermanitos, que nacieron anacrónicos pero en el mismo momento, pretenden «renovar la moral» de Polonia. Es escalofriante que eso suceda en el siglo XXI, pero no lo es menos que esos genios sean reemplazados por «autores nacionalistas». Sumadas las masas encefálicas de ambos unísonos gemelos pueden equivaler a la de un cebú, pero en su país no es posible la discrepancia y por supuesto nadie puede aludir a la madre que los parió. El mundo no es fácilmente divisible, pero si hubiera que establecer una frontera, sería entre los que leen libros y los que los queman. Lo último que vio mi venerado Pablo Neruda, cuando ya se estaba muriendo a chorros, igual que había escrito, fue cómo ardían sus versos. Desde el ventanal vio crepitar alejandrinos de amor, ebrios de trementina y beso largo, libres poemas celebrando frutos y caracolas y también coléricas estrofas que deploraban el secuestro de su delgada patria. Todo un reino de libertad. Siempre se han quemado libros. Siempre se ha perseguido a algunos lectores. Desde aquel cerril y fanático Índice eclesiástico hasta nuestros días. Ahora vienen los jodidos hermanos Kaczynski, que Dios confunda, cosa que no le costará ningún esfuerzo ya que son idénticos, dispuestos a arrancar algunas páginas a la historia de la literatura.