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Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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¿QUIÉN GANÓ ayer, Zapatero o Rajoy? Yo creo que han logrado un acuerdo a lo Lampedusa: cambiar para que nada cambie. Ni Zapatero hace la rectificación que le exigía el PP, ni Rajoy tuvo que expresar la adhesión incondicional que el gobierno sugería. Zapatero no se comprometió a ilegalizar ANV, y Rajoy no mantuvo esa petición como exigencia inexcusable, sino que la dejó en «conveniencia». Y Zapatero no se vio obligado a prometer que nunca más negociará con ETA, pero Rajoy mantuvo su postura conocida de apoyar al gobierno sólo para derrotar a la banda. Es decir, que las cosas siguen igual que estaban, pero con un tono mucho menos dramático y tenso que en las declaraciones previas o en los discursos de los dos últimos años. Será interpretado por la opinión publicada como un «acuerdo de mínimos». Ha sido, por tanto, una jornada de gran sutileza en las palabras. Hay que leer cada una de las expresiones, sobre todo de Rajoy, y tratar de buscarles el doble sentido, como si se tratara de un paisano gallego explicando las cualidades de la vaca que quiere vender. Cuando ofrece la vaca dice: «No es momento de hablar de la credibilidad del presidente». Quien lo conozca, sabe que debe traducir: «No me fío ni un pelo de lo que este señor me ha dicho». Y cuando afirma que no es hora de reproches, está diciendo que el clima general del país le hace morderse la lengua, pero sigue pensando lo mismo. Desde esas bases, el gran acuerdo de ayer ha sido, a mi juicio, el que expresó Mariano Rajoy: «Disponibilidad de ayudar al gobierno, que es lo que me pide la sociedad española». Entiendo que ambos dirigentes se sentaron, decidieron que no podían cambiar posiciones, pero tampoco podían trasladar al país un mensaje de discordia ante algo tan serio como el retorno de la lucha armada. Y se esforzaron en transmitir una imagen de mayor sosiego, de cierta aproximación, de renuncia a la dureza. «No todo el mundo piensa la mismo -dijo Fernández de la Vega-, pero hay que aproximar posiciones». Creo que está muy bien. Cuando comenzó la reunión, nadie daba un céntimo por ese final. Nadie podía esperar un cambio radical de posiciones después de tanto enfrentamiento persistente. ¿Qué falta ahora? Por parte de Zapatero, dos detalles: los pactos de Gobierno en Navarra y Álava, que inclinarán al PSOE hacia el nacionalismo o hacia el PP, y la tolerancia ante ANV y sus presumibles muestras de querencia batasuna. Por parte de Rajoy, la renuncia a llevar el terrorismo cada miércoles a las sesiones de control. De momento, han triunfado las buenas palabras. Se ha evitado arrojar un cubo de agua helada sobre el pueblo. Que se guarden las espadas, aunque sea de momento, es un triunfo de la sociedad.

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