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TRIBUNA

Reino de León, celebración y manipulación política

Publicado por
LAUREANO M. RUBIO PÉREZ
León

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MUCHAS son las conclusiones que desde fuera del interés político y partidista se pueden sacar de las recientes elecciones municipales. En este contexto los partidos de esta nuestra provincia, sabedores del leonesismo social militante y practicante, no en vano nuestras gentes, incluidas las bercianas por mucho que le pese a algunos trepas políticos, se han forjado durante siglos en empresas, avatares, identidades e historia común, no sólo buscaron lícitamente el voto del leonesismo social, sino que fueron más allá en la utilización y manipulación de un pasado histórico común y de una realidad institucional mucho más seria y profunda que lo que ellos entienden como Reino de León. Quiero pensar que nuestros representantes políticos saben lo que es el Reino de León y las bases estructurales sobre las que se desarrolló durante siglos y con entidad jurídica propia hasta el siglo XIX, máxime si tenemos en cuenta que hasta ese mismo siglo mantuvo sus propias instituciones (Real Adelantamiento de León), sus propios representantes a las Cortes de Cádiz, sus símbolos (el pendón de León) y su papel identificador a la hora de intitular a los reyes de España como reyes del Reino de León. Una muestra clara de la manipulación y prostitución histórica por parte de los partidos políticos es el afán de monopolizar eventos tan importantes como las conmemoraciones del Reino de León o de las Cortes leonesas que desde el más grave anacronismo algunos políticos e historiadores pesebreros denominan como «democráticas» sin que se le caiga la cara de vergüenza ante tanta osadía e ignorancia. Pero, como uno ya es gato escaldado, después de ver como otros proyectos preelectorales relacionados con las juntas vecinales (Ajuvele) se han quedado en mera propaganda política, creo que una vez más estamos ante el cuento de la lechera o, lo que es lo mismo, ante un mero engaño carente de la seriedad y peso que tendría si se tratase de otros reinos de España (Aragón, Galicia, Valencia, etcétera). Son varias las razones que me llevan a esta desconfianza, pero creo que tanto la antelación, faltan varios años, como el desconocimiento de lo que se encierra detrás de ese término o Reino de León y de forma especial el acaparamiento y exclusividad que se pretende desde la ciudad de León, son algunos de los síntomas que alertan de que detrás de esas intenciones y propuestas sólo hay humo electoral, organizaciones, fundaciones o institutos vacíos de contenidos y, lo que es peor, desconocimiento de lo que históricamente significó el Reino de León tanto desde la vertiente política o social, como desde la económica, mental o cultural. Durante muchos años hemos intentado demostrar que el Reino de León no finalizó su singladura histórica e identidad con la desaparición de sus reyes propios y con la unión con el Reino de Castilla, pues hasta el siglo XIX las gentes de El Bierzo, de El Páramo leonés, de Tierra de Campos o de Zamora, etcétera, se autodefinían como súbditos del Reino de León, amén de su situación geográfica o adscripción jurisdiccional. Pero ni esto, ni el intento de volver a fortalecer los lazos políticos y sociales de las tres provincias hermanas ha movido a los partidos políticos que, a diferencia de Cataluña, parecen más interesados en borrar un rico pasado histórico, que en recuperar y tutelar desde las instituciones los marcos jurídicos, sociales y culturales que nos identificaron durante ocho siglos. Lo que realmente resulta sorprendente es que después de los ataques sufridos por parte del reformismo liberal del siglo XIX; después de las sucesivas traiciones de no pocos poderosos hijos de esta región leonesa; después de la castellanización del siglo XX y del desprecio y ataque del nuevo régimen político autonomista, se mantengan aún tantos y tantos lazos de identidad regional, social y cultural. Sólo desde la lentitud de determinadas estructuras sociales y mentales y desde el papel que las gentes y comunidades concejiles de las tres provincias integrantes del Reino de León jugaron a lo largo de la historia en la defensa de su tierra y sus intereses se puede explicar la precaria situación actual. Dicho esto, el que los partidos políticos de León, ya sea desde el Ayuntamiento, ya desde la Diputación, propongan proyectos y celebraciones a bombo y platillo no me parece mal siempre y cuando enseñen sus intenciones, pero el problema está en la forma y en los objetivos. En primer lugar no parece de recibo el tutelaje exclusivo de estas dos instituciones en tanto en cuanto el Reino de León territorial, administrativa y socialmente abarcaba algo más que la ciudad de León y la provincia leonesa. El hecho de que exista una ciudad y una provincia con la misma denominación no deja de ser un problema de identificación y en buena medida de centralismo y exclusión, por lo que si realmente se quiere celebrar algo relacionado con el Reino lo primero que debería hacer la institución provincial leonesa es ponerse en contacto con las otras dos Diputaciones (Zamora y Salamanca) para hacer algo conjunto y serio, como se harían en otros reinos históricos, si es que realmente se quiere respetar nuestro pasado histórico y no prostituirlo desde el mero interés fáctico y político actual. Si es así, y es lo que sospecho, ni yo como historiador ni la universidad como institución deben de participar en tanto en cuanto, llegado el momento y al margen de cualquier ingerencia política, intentaremos implicar a los centros del saber y de la ciencia salmantinos y zamoranos desde el realismo que nos dice que poco podremos hacer sin la ayuda de las instituciones financieras y políticas. Pero lo que sí deben de tener muy claro los partidos políticos que nuestro objetivo como historiadores es el de estudiar y presentar la realidad y desarrollo político, social y económico de un Reino que durante siglos se configuró como una unidad espacial, administrativa y humana. Aquí termina nuestra labor y obligación como ciudadanos y a partir de aquí que los ciudadanos actuales y los partidos políticos que dicen representarlos decidan lo que quiere ser y conservar. Como historiador sólo les pediría una cosa: respeto a un pasado histórico incuestionable, a unas señas de identidad aún vigentes y a una realidad histórica que se forjó en torno a un reino que fue pionero en la formación de España. Pero, para esto y para lograr que los historiadores independientes y no atados al pesebre participemos en conmemoraciones tan importantes tenemos que tener claros los objetivos que mueven a nuestros dirigentes políticos, de ahí que las propuestas apresuradas y preelectorales de los políticos leoneses no sólo no nos parecen serias, sino centralistas, excluyentes y carentes del más mínimo conocimiento de lo que realmente se encierra detrás de tan noble denominación, Reino de León. Claro está que lo que puede subyacer en tales propuestas es un nuevo intento de divide y vencerás o de manifestar un leonesismo provincial que genere la exclusión y el rechazo de los hermanos zamoranos y salmantinos. En esta línea llevamos muchos años perdidos en los que los poderes políticos dominantes han estado más ocupados en tal división y proyección de una nueva identidad castellano-leonesa, que en enseñar a leoneses, zamoranos y salmantinos, al margen de la situación administrativa actual, el pasado y la realidad histórica común desde la identidad diferencial y en modo alguno excluyente. Por último y para los suspicaces, en tanto en cuanto ha sido el leonesismo político el que primero ha hecho propuestas de tal celebración, tres preguntas o reflexiones de este humilde ciudadano: ¿tenéis claro que es el Reino de León y lo qué queréis celebrar? ¿Por qué el leonesismo social de las manifestaciones leonesas no se recogió y con ello se evitó el batacazo electoral? ¿Qué ha hecho el leonesismo político por enseñar, difundir y ganar para la causa a los hermanos perdidos desde el pasado y la historia común?