EL OJO PÚBLICO
Lodos vengadores
DICE EL TRAPACERO personal de Batasuna que el Gobierno de Rodríguez Zapatero utiliza la ley contra De Juana y contra Otegi de un modo vengativo. Lo que ha sucedido es, sin embargo, todo lo contrario y por eso nos vemos ahora en el confuso trance en el que estamos: con miles de ciudadanos, muchos de ellos jóvenes manipulables por el discurso victimista de los cómplices de ETA, convencidos de que la ley es de goma y sirve para una cosa y su contraria. Pues lo anormal y lo que fuerza la letra de la ley no es que De Juana haya retornado a prisión una vez que desaparecieron las circunstancias que determinaron, supuestamente, su traslado a un hospital. Lo que habría resultado un escándalo, con tregua o sin ella, es que De Juana se hubiera ido a su casa de rositas tras haber recuperado la salud. ¿Su vuelta a la cárcel tiene que ver con el final del alto el fuego? Es tan evidente que así lo reconocido, ahora que le interesa, el ministro de Interior. Pero eso no hace injusta ni ilegal la decisión que ahora se adopta, sino que pone de relieve lo inicua que habría sido la contraria. Pese a ello, si ETA no hubiera declarado el final del alto el fuego ya abortado en la T4, el Gobierno habría hecho lo que sabía todo el mundo -mandar a De Juana a su casa- y habría puesto la máquina de desacreditar adversarios a pleno rendimiento, tachando de enemigos de la paz a todos los que hubiéramos criticado la medida que ahora se presenta como un cumplimiento estricto de la ley. Del mismo modo, con tregua formal, y pese al atentado de Madrid, la fiscalía hubiera hecho respecto a Otegi lo que hizo no hace tanto: retirar las acusaciones que pesaban contra él. Pero eso no convierte ahora en vengativa la actual actitud de la fiscalía, sino que descubre como vergonzosa la mantenida previamente, cuando se pidió el sobreseimiento de una causa por acusaciones casi idénticas a las que ahora han servido para que Otegi de con sus huesos en prisión. El hecho asombroso de que el Gobierno que ha propiciado ese uso elástico del Estado de derecho reconozca ahora, cuando electoralmente le conviene, lo que antes negó de un modo radical -que el trato de favor dado a De Juana y dado a Otegi era eso, un trato de favor, y no el estricto cumplimiento de la ley, como le gustaba decir a la vicepresidenta de la Vega- no convierte en vengativa el actual uso de la ley, pero descubre las mentiras de quienes, tras querernos hacer comulgar con ruedas de molino, se permitieron la osadía de poner en entredicho el sentido de la justicia de todos los que nos negamos a aceptar un trágala tan escandaloso y, como resultaba previsible, tan inútil.