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León

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CON SU RESPALDO al Gobierno ante la nueva amenaza terrorista, Mariano Rajoy ha sabido estar a la altura ética de quien aspira a gobernar. Sus declaraciones han dejado claro que su posicionamiento sigue siendo el mismo respecto a las conversaciones con Eta, pero, a la vez, han servido para conexionar a los dos grandes partidos nacionales, frente a un peligroso enemigo de nuestra democracia. Ha actuado con majestad, sin traicionar la coherencia de sus convicciones. El PSOE es su rival político, pero el enemigo es Eta; no es lo mismo. Gobernar es actuar, decantarse, elegir. La ruptura de la tregua es la prueba de que no ha existido sumisión alguna, aunque sí hubo ciertas decisiones han provocado inquietud y rechazo de muchos españoles. Pero, al mismo tiempo, asumir este posible desgaste implica que el Gobierno ha mirado más allá de lo que da o quita votos. Por eso, con sus palabras de respaldo, Rajoy también ha servido a una causa superior al mero electoralismo. El quítate tú para ponerme yo siempre es un socorrido recurso de medradores, nunca de políticos con una noble jerarquía de valores. El líder de los populares sale fortalecido ante la opinión pública, al no caer en la tentación de demonizar a Zapatero, aunque quizá algunos hombres de su equipo hubieran preferido un discurso de acoso y derribo. Nadie duda que sigue rechazando el diálogo con los terroristas, algo que es legítimo, pero ayer demostró que además es posible discrepar en temas importantes, incluso mostrarse muy preocupado, sin por ello demonizar al rival. En su día, las urnas desvelarán si ha habido o no un deterioro de la confianza de la sociedad en el PSOE. Pero la honradez del Gobierno ha sido incuestionable. Como la de Rajoy al tender la mano sin, por ello, renunciar a sus ideas.

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